Y mi República independiente es todo el mundo. No entiendo la cerrazón de otros pueblos, no entiendo la búsqueda de fronteras, no entiendo la exclusión forzada y contra toda legalidad.
Soy andaluz y me gusta mi gente, Andalucía es tierra abierta, con los brazos extendidos a nuevas gentes, a nuevas culturas que se entremezclan y nos enriquecen. A otros acentos que, cuando cogen su tono andaluz, dulcifican su sonido.
Soy andaluz, de raíces fenicias, romanas, árabes y castellanas. De cuna mozárabe y sefardí, de pueblos que se asentaron en esta bendita tierra y formaron poco a poco lo que hoy es Andalucía.
Y vivimos del turismo, de exportar nuestros productos que desean en otras tierras y nos quieren como somos, y si no lo hacen, no me preocupa, somos así y así seguiremos porque es un espíritu, una forma de ser y ver la vida, un ADN que invita a integrar y no excluir, a unir y no separar, a mezclar, que no hay mejor forma de enriquecer un pueblo que mezclarse con otras culturas.
Soy andaluz y miro la historia de nuestro pueblo y me enorgullezco de serlo, de ver lo grandes que somos. Y no cierro mi casa ni mi mente a unas fronteras ficticias y sin razón. Pena de un pueblo que, con miles y miles de andaluces, extremeños, Castellanos y de toda la península, quiere encerrarse en una loca independencia que resta y no suma, excluye y no integra.
Soy Andalú, por frontera el mundo, con su tierra y gente que vive y deja vivir.
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