Estamos a un par de días de que sepamos los resultados de los pactos postelectorales municipales y algunos autonómicos. A la prórroga del partido del 28A aún le quedan minutos. Pactos donde probablemente habrá pocos 'antinatura'. Aunque todo depende de la interpretación natural que demos a cada formación política. Porque lógico podría ser que haya pactos entre partidos con 'fronteras ideológicas', es decir, que socialdemócratas puedan pactar con eurocomunistas y liberales, que liberales puedan tener acuerdos con socialistas y conservadores, y que conservadores puedan llegar a entenderse con liberales y con... los más conservadores.
Pero ya empieza a ser tarea ardua identificar a cada partido con cada uno de los grupos ideológicos antes descritos. ¿El PSOE actual es un partido socialdemócrata al modo europeo o se va inclinando hacia una izquierda populista más cerca del socialismo? Se va tanto a la izquierda que hasta puede llegar a 'fronterizar' con Bildu, y por tanto hablar con ellos o permitirles que gobiernen mediante abstenciones socialistas. Y de Podemos no cabe ninguna duda de que están a la izquierda del eurocomunismo, con simpatías hacia tiranías como la venezolana y hacia salvajes más cercanos (CUP, Bildu...).
Más confusión hay (aún) en la derecha. Ciudadanos renuncia en 2017 a la socialdemocracia pero le hace guiños al PSOE —con esa absurda idea de separar Pedro Sánchez y PSOE, como hacía Juan Cassá diferenciando De la Torre de PP (hasta, qué curioso, el alcalde anunció que volvía a presentarse)— y abraza el liberalismo. Y siguiendo su burdo manual de marketing político comienza a llamar conservadores a los 'populares', a pesar de ser el PP un partido que molesta mucho a las bases conservadoras (especialmente por su pasividad en la defensa de la vida antes de nacer y por su falta de contundencia en el final de ETA y con los separatistas catalanes —que digo yo, estar contra ETA y el nacionalismo no es de derechas sino de demócrata—).
Y como el PP no cumple con la facción conservadora de su público le sale, por fin, por la derecha otro partido, al que los manuales de marketing de todos los partidos —a excepción del PP hasta el 29 de abril— le llama ultraderecha. Los más osados e incultos políticamente le llaman fascista, a pesar de que en política económica ya podrían recoger algo del legado social joseantoniano y no ser tan insolidariamente liberales con IRPF de dos tramos, una minúscula Seguridad Social sustituida por seguros privados y una política sobre suelo presta a la especulación.
Pero claro, en esta política tan poco ilustrada, donde liberal es bueno y facha es malo, cómo criticar a Vox por ser extremadamente liberal... quizá eso en ALDE no lo entenderían; ese conglomerado grupo europeo de liberales —donde sin embargo admiten en su seno a nacionalistas como PNV y PDeCAT— que parece que es el que guía los designios de la formación naranja en los últimos meses.
Poco se entiende que Cs menosprecie continuamente a los ultraliberales económicos y ultraconservadores morales de Vox, cuando depende de ellos. Los de Abascal hartos de ser meros espectadores se plantan. Y lo hacen con el presupuesto andaluz. Un presupuesto cerrado que no fue negociado con quien necesitan para su aprobación. ¿Cómo tratar así a un partido dirigido por brabucones? Pero Vox, que hace bien en exigir que su voz sea escuchada, se rebaja cuando mercadea con los andaluces al condicionar su voto a los presupuestos dependiendo de otros pactos, sobre todo los de Comunidad y Ayuntamiento de Madrid.
Y Ciudadanos, que pretendía ser el sustituto del PP en el liderazgo de la derecha, deja a los de Casado que puedan liderar al "trifachito" al concederles la exclusiva de negociar con ellos y con Vox. Y al final les sale tan mal, que estos dos partidos se ponen de acuerdo en un santiamén para gobernar juntos en todos los sitios donde no necesitan a los naranjas. Y entonces los de Rivera se enfadan y dan una de cal y otra de arena, y pactan con PSOE en algunos sitios, incluidos lugares de Andalucía. Bonita forma de liderar la derecha, pactar con la izquierda y hablar sólo con una parte de la derecha. El arte de pactar es sustituido por un mercadeo de pactos con combos incluidos.
Porque no nos olvidemos que fuera del mercadeo, los votantes están en dos bloques, el del eje que parecía superado cuando irrumpieron Ciudadanos y UPYD con su transversalidad. Los votantes están alineados en izquierda-derecha, y los que han votado al bloque de derechas no entenderán que alguno de los tres permita gobernar a la izquierda, ni pactando con ella como Ciudadanos, ni con las amenazas de Vox de no votar PP-Cs si ellos son ninguneados. Ambas decisiones reconcentrarán el voto en el PP, el único partido que en lo que por él depende no permite gobernar a la izquierda. Aunque eso sí, seguramente para reconcentrar el voto de derecha necesite refundarse, y de verdad. Pero eso ya es otro tema.
[cabezon name=" Gonzalo Sichar" designation="Profesor de Antropología de la UNED" img="Sichar"/]
