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Jarro de agua fría a De la Torre del Puerto

Persistir en la decadencia es un atributo de mal gusto, es el que tiene nuestro Alcalde malagueño y los "hombres de Paco", insistiendo en que se construya el monstruoso Hotel de los cataríes en el Puerto; tan comparable al ramalazo del ministro de Cultura de inclinación Benidorm.

Un tercer informe de ICOMOS, el organismo internacional asociado a la UNESCO, como CONSEJO INTERNACIONAL DE MONUMENTOS Y SITIOS HISTÓRICOS ARTÍSTICOS; rechaza la construcción del "hotelito dichoso", por constituir una grave agresión a los valores históricos de nuestro paisaje y acervo cultural urbano. Sentencia: -"el último que llega no puede ser protagonista del paisaje", frente a nuestra Farola, la Catedral o Gibralfaro.

Digo lo de decadencia, porque ya copaba páginas de la prensa local del Movimiento, como presidente de la Diputación, el joven Francisco de la Torre. De aquellos años nos viene el mayor destrozo al "SOLAR DEL PARAÍSO"; en las que el tiralíneas trazaba cemento y ladrillo de domesticidad arquitectónica, para los designios de constructores tentados por la codicia, con ediles al mando del plácet, tentados por el desarrollismo y leyendas urbanas.

La Corporación de 1979, recién elegida por el pueblo, tuvo que elaborar ante el desastre, un nuevo Plan General de Ordenación, calificado como Premio Nacional de Urbanismo. El trío de redactores del PGOU, en sus primeras exposiciones, encontraron una metáfora ante la catástrofe: -había que zurcir el tejido urbano-.

La frase me caló, criado con puntadas y dedal, añorando las "tortas Ramos". Muchas veces con mi pluma de primera comunión, copie para los patrones: Talle, espalda, tórax, cintura, cadera, falda y manga, pecho, más alto de pecho; mientras el metro se contorneaba sobre las clientas. A la vuelta de la vuelta, tener de nuevo, luciendo tórax, con las espaldas resbaladizas del pasado, moviendo las caderas al ritmo de bajar la cintura, con las mangas desbocadas; me invita a sacar el pecho y su alto de pecho, para en do mayor sacarle los colores a los torretas.
Por labor infantil aprendí a ensartar la aguja, ahora de mayor con no pocos temblores, lo he conseguido; para remendar y pinchar en el costurón que algunos tienen en la calabaza.

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