Este viernes día 10 de enero se producirá una situación insólita en el sur del continente americano: dos presidentes podrían tomar posesión como nuevos mandatarios de la República de Venezuela. Por una parte, el actual jefe de gobierno, Nicolás Maduro, aspira a revalidar su mandato para un nuevo período luego de unas elecciones que no convencen a la gran mayoría de los países de la comunidad internacional; y, por otro lado, el ahora exiliado Edmundo González se ha mostrado dispuesto a posesionarse tras un proceso electoral que a todas luces le ha dado una rotunda mayoría en las urnas.
La oposición al chavismo, liderada por María Corina Machado, presentó hace seis meses las copias de las actas electorales donde se demuestra que el 80% de los votantes apoyaron la opción de Edmundo González, mientras que Maduro simplemente ha proclamado su victoria electoral sin ninguna documentación que lo respalde.
La mayoría de las naciones no han reconocido la fraudulenta victoria del oficialismo, incluso los presidentes de ideología de izquierda de la región (de Colombia, Brasil y Chile) se han negado a dar por buenos los resultados que, sin pruebas, ha proclamado el chavismo. Tan solo países de dudosa democracia, como son Rusia, Irán y China, han reconocido a Nicolás Maduro como nuevo presidente.
¿Qué pasará ahora? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Maduro ya se ha atrincherado en una fuerte represión contra todo aquel que ponga en entredicho su legitimidad, anunciando incluso que su contrincante será detenido y enviado a prisión en cuanto ponga un pie en territorio venezolano.
Los aliados regionales del actual Gobierno venezolano le han dado la espalda (incluso González podría poner en marcha un gobierno paralelo desde Colombia), lo mismo que la Unión Europea en bloque. Queda por ver la reacción de Estados Unidos con la nueva administración de Donald Trump, enemigo acérrimo de todo lo que huela a socialismo. Además dos de sus aliados incondicionales: Rusia e Irán, están ocupados en sus propios conflictos bélicos con Ucrania e Israel, lo cual limita mucho su margen de maniobra global.
Muy seguramente el sucesor del coronel Hugo Chávez teme seguir los pasos de su aliado, el malogrado presidente sirio Bachar Al Asad, derrocado recientemente y ahora refugiado en Rusia. Pintan bastos para Nicolás Maduro.