La prepotencia, desfachatez e ignorancia de un allegado a presidente en nuestra democracia no tiene parangón. Gobierna con los perdedores y habla de volver a ganar una elecciones. Confunde vencer democráticamente por haber sido elegido con mayor numero de voto que los demás con gobernar sin haber obtenido mayor número de votos mendigando y comprando voluntades con el dinero de todos los españoles.
Su falta de escrúpulos para mantenerse en el poder no tiene limites, la de sus palmeros tampoco. El borrado de los whatsApp del móvil del Fiscal General del Estado le hace saltar de alegría cuando en cualquier país democrático aumentaría aun mas las dudas sobre la legitimidad de las actuaciones de la Fiscalía. Se siente acosado y urde cualquier actuación que tergiverse la realidad jurídica que está cercando a su gobierno y a su entorno familiar. En cualquier país de nuestro entorno un presidente con la trayectoria que tiene el nuestro, ya hubiera dimitido. Su dimisión sería un órdago para quienes vemos peligrar nuestra democracia que con tanto mimo hemos defendido frente a unos y a otros. No duda en aumentar el gasto público si con ello se da una falsa imagen de la economía. Tampoco en multiplicar el número de asesores, hay mas que congresistas, en los que gasta verdadera fortuna con tal que estén con él y le aplaudan. Entre tanta voluntad comprada se siente seguro. En la calle no se siente tan seguro, no lo quiere nadie.
Dos meses ya desde la devastación del Levante y basta ver las imágenes a día de hoy para darse cuenta que no se han tomado por parte del gobierno las medidas necesarias para paliar las necesidades mínimas de una población destruida económica y moralmente y quizá el abandono, desinformación y la crispación que produce esa sensación sea lo peor de todo. El barro y las montañas de coches hace que todo parezca igual que al día siguiente. Para más, las fechas actuales engrandece la sensación de abandono en la que se encuentran.
Quien va a pedir perdón, nunca lo pedirá un débil y por ello quien mas miente para fortalecer su estado es a su vez el que se esconderá detrás de la falsa humildad que es la forma mas mezquina de ser soberbio. La actuación la la justicia salvará a nuestra democracia pero no olvidemos que hace mal no solo aquel que lo ejecuta sino también quien no hace nada para evitarlo.