Las farmacias de la Costa del Sol, han puesto el cartel de NO SE DESPACHAN ANSIOLÍTICOS, ante la epidemia de sus alcaldes y alcaldesas que han sobrepasado el ataque de nervios, por la demora en la ampliación del trayecto de cercanías, ahora las herboristerías no dan a bastos para vender tila a los primeros ediles desesperados y políticamente disparatados.
Aunque el alcalde mayor malagueño, estaba rindiendo culto en el escenario municipal con el cartelazo de la COPE a sus espaldas, como si tal cosa, para encender las singulares y espectaculares luces navideñas; el resto de bastones de mandos costeros aspiraban a tirarse a la vía muerta, por los dos años que tardará el estudio de viabilidad para poder poner más raíles al sol del Sur de Europa y ampliar el trayecto más barato del mundo (por ahora gratis el viaje bajo trámite semestral).
La alcaldesa marbellí, ahora que no gobiernan los suyos, se ha dado cuenta que el -perlón antiguo de Gil-, es la única localidad de 150.000 habitantes en las que no hay estación de ferrocarril ni llega el botijo, pero basta que el tsunami esté instalado en la Moncloa, para que desde Nerja a Estepona y si me apuran hasta el KANSAS PACIFIC, los peperos han abierto las puertas de su silencio militante, para poner el grito de desesperación a lo Munch y darle más caladas al puro de echarle cara.
La última ministra del ramo del PP, doña Ana Pastor, metió en el cajón de lo inviable, el estudio de ampliación que le presentó el presidente Manuel Chaves y no se vieron caraduras desesperados, sino silenciosos omisos alcaldes de su cuerda asintiendo.
Por disfrutar del pasado, me gustaría darme el gustazo de subirme a la nueva cochinita de Vélez que desapareció en el 68 como la libertad en Praga; también asiduo en los años 75 del recién inaugurado del tren de Málaga a Fuengirola, me encantaría llegar al Peñón en chacachá; pero me temo que por ahora los Reyes Magos me llenarán el pupitre de planos ilusorios.