Nos dicen los analistas “post elecciones presidenciales en USA” que un segmento importante de la población que contribuyó a la abrumadora victoria de Donald Trump para que este hiciese realidad su segundo mandato, fue el de los votantes de la clase media que se ha venido empobreciendo en los últimos años. ¿Cómo ha sido posible que los anglosajones blancos y con estudios universitarios apoyasen mayoritariamente a este personaje que brilla más por sus defectos que por sus virtudes?
Quizás la respuesta se encuentre en el libro de la investigadora social y periodista de no ficción Alisa Quart, titulado “Squeezed” (“Exprimidos”), en el cual nos describe cómo los jóvenes adultos con estudios universitarios no han podido recuperarse todavía de la gran crisis económica de 2008 y no han visto hacerse realidad su propio “sueño americano”.
Aunque este ensayo fue escrito en 2018, hace ya seis años, retrata una realidad que no ha cambiado. La de millones de hombres y mujeres estadounidenses que asumieron costosos créditos para pagar sus estudios superiores, pero que no han conseguido una estabilidad laboral que les permita pagarlos, vivir dignamente y vislumbrar un futuro prometedor.
Maestros de primaria que por las noches son conductores de Uber, redactores de medios de comunicación que se pluriemplean en múltiples trabajos mal pagados escribiendo cualquier cosa que se les pida, o bisoños abogados que completan sus ingresos haciendo hamburguesas en locales de comida rápida desfilan por esta radiografía de la actual sociedad estadounidense.
También nos muestra la autora lo difícil que es asumir la paternidad o maternidad, aunque se trate de un solo hijo, debido a los costes que esto implica y el tiempo necesario para generar ingresos, lo cual obliga a retrasar el momento del embarazo o dejar a los retoños en guarderías de 24 horas, o crear grupos de padres y madres que se turnen cooperativamente para hacerse cargo de los hijos de unos y otras.
Todas estas nuevas generaciones que no disfrutan del “estilo de vida americano”, han depositado su voto creyendo en que el inquilino repetidor de la Casa Blanca devolverá a la sociedad a aquellos tiempos de estabilidad laboral y económica que vivieron sus padres y abuelos y que los demócratas no les ofrecieron.
Sin embargo, como las oscuras golondrinas de Bécquer, esos tiempos no volverán puesto que la economía mundial se ha transformado debido a múltiples factores relacionados con la globalización, las nuevas tecnologías, el abaratamiento de la mano de obra y la volatilidad financiera, con lo cual nada tiene visos reales de mejorar.
Y por otra parte, sin un estado de bienestar que asegure una sanidad y educación públicas, y ayudas para los más desfavorecidos, es muy poco probable que las personas que trabajan 24/7 como dicen allí (24 horas los siete días de la semana) puedan salir de la espiral de trabajo arduo para, simplemente, pagar facturas y deudas y sobrevivir hasta el siguiente día de paga.