A los lacayos de la obsolescencia nos entumecía hasta el cóccix la jaculatoria, -tienes que cambiar de chip-. En mí, gozando Málaga de un hospital por nombre CHIP, me negué a ser derivado a su mesa de operaciones por el benemérito SAS, por ser devoto hasta la estulticia de la Sanidad Pública, dite otra, mosquea lo de chip.
Con las mismas lerdas virtudes, me llevé una alegría terabytes, al conocer la noticia que los irreconciliables gobiernos de España y Andalucía, junto al IMEC, firmaba un memorándum de entendimiento, para que Málaga la bombonera y flor de la Costa del Sol, tuvieran un centro de desarrollo de microchips de referencia mundial en eurapios junto a Lovaina.
Sin repajolera le dije a wikipedia que me diera idea, porque se había llevado mi ESPASA las columnas de humo de la chimenea, ni en CUDECA la querían. Mientras me pasaba un documental, de cómo quedaría Al-Ándalus para el 50, si el aumento de la temperatura siguiera su procesión, una cosita así como la Arabia infeliz, pero sin pozos de petróleo en el erial; así que eché un guiño al desfibrilador.
Pero mientras ajustaba la geopolítica de los microchips y al cambio climático, enguispo en la Red que las empresas de chips, están cogiendo la de Villadiego y se está trasladando desde la China de Xi, al Vietnam de Do, cosa rarita con Kisinger pajarito, pero menos podía prever, que estas mudanzas forzosas, tienen un objetivo estratégico, de saberse en los cuchicheos de los estados mayores y empresariales, que en aquellas tierras motivo de tantos himnos por la paz de nuestra juventud, se va a convertir en la nación manda más en el futuro.
Aunque a la Historia, le ha sustituido generacionalmente la historieta, muchas hazañas chipsporroteando se deben dar en Vietnam para encontrar la nueva respuesta mundial en Blowing in the Wind.