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Escándalo John Malkovich

El actor yanqui, productor y director de cine, teatro y, hasta con tiempo para ser diseñador de moda, con su carita, también por su apellido croata por el padre y serbio por la madre, del antiguo encaste de Tito. 

Recibió el encargo de Vasil Vasilev, director del Teatro Nacional Búlgaro, para dirigir la obra de Bernard Shaw “Las Armas y El Hombre”, a estrenar el 139 cumpleaños de la batalla Slivnitza, guerra serbio-búlgara; el texto de encargo serbio al Premio Nobel dublinés, en su trama se recogen sucesos de la Batalla de Slivnica, ganada en dos días por los búlgaros, sus páginas se empeñan en caricaturizar, pisar, ridiculizar y humillar la imagen del búlgaro y la memoria de los triunfadores, a la vez empaña el nombre de Ivan Vazov, poeta nacional. 

En  nombre de la libertad,  más de las veces, le damos carrete al verdugo, aunque los dueños de las represiones no pidan excusas para prohibir. Pero en este caso, aunque al director del Teatro, no le conozcan, ni los que piden su cese, el hecho de emplear al celebérrimo director, con una obra reconocida del dramaturgo, hace que el apellido Malkovich resuene, entre las miles de personas que han protestado frente al Teatro Nacional IVAN VAZOV; por eso que hasta El Quijote recoge, de ser de la peor laya, “nombrar la cuerda en casa del ahorcado”. 

Andarse con pies de plomo, es el desafío que sufre la representación del arte, más en su función de crítica social; pero cuando esos juicios pertenecen a un encargo interesado, para poner el vocativo literario en las rarezas y extravagancias del enemigo; la cosa pertenece a la propaganda vulgar, adobada con el prestigio de la pluma que se presta a ese servicio. En fin Malkovich, no añade nada respetando la libertad del respetable que protestó, pero es difícil afinar perseguido por la gloria.

 

Curro Flores

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