Las cosas de la política nos atañen tanto, que resulta baladí refugiarse en el común de la indiferencia del “con su pan se lo coma”; más si la derecha se empeña en despeñar a Pedro Sánchez por los abismos del ostracismo; pero como yo siempre defiendo, con nuestro pan nos lo comemos sus votantes, después de ser condenado por el aparato de la histórica renovación por “desecho de obediencia”, aunque de buena estampa, fue mal en la “tienta de su cerrado”.
Así que miga a miga, nos cuesta masticar las nuevas mayorías, mal criados en las mayorías casi insolentes de la Transición, autonómica a fuer de hispana. Lo malo es que el PP de “¡váyase señor González!” de Aznar, ganador a Felipe con la “lluvia fina” recomendada por el gurú señor Arriola; ha entrado en el centro de una borrascas, descentrada a la derecha con un extrañado vendaval del Finisterre.
Su líder, “con su mendrugo se lo coman”, nacido por el -qué le vamos a hacer de su militancia-, después de mal desposorio del primario Casado; sin otro consejero áulico que la meigas y la retranca gallega, elige su verborrea con chuzos de punta al presidente, desafinado por el desafío ultra que le resta apoyos.
Ahora, con la que está cayendo, sin más ciencia que su boquita, ha puesto en cuestión a la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), por eso que está bajo la jurisdicción del Gobierno de España, y sus ecuaciones del tiempo son casi como las del vapuleado Tezanos; todo un error de vocero principiante, desconocedor de los artilugios matemáticos que predicen la DANA; pero cuando la “gota fría” se le ha secado, es al denunciar la falta de acción del regidor de la Moncloa en la crisis Valenciana, a la par que su correligionario presidente Carlos Arturo Mazón Guixot, va significando a los cuatro vientos acuosos, lo agradecido que le está a Sánchez por su disposición y ayuda desde el primer momento de la tragedia.
En fin, menudo mendrugo para hacerse un nudo tienen los populares.