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Mujer, coreana, escritora y nobel

MÁLAGA- Una grata sorpresa para el mundo literario ha traído consigo en este mes de octubre la “fumata blanca” de la Academia sueca con el anuncio de que el prestigioso Premio Nobel de las letras había recaído en una autora surcoreana llamada Han Kang, quien no se encontraba en las quinielas de posibles ganadores; donde sí destacaban el japonés Haruki Murakami (gran favorito en los últimos años) y la china Can Xue.

Kang, profesora de creatividad literaria en una escuela de arte de Seúl, descolla en esta ocasión por su triple condición de fémina (hasta la fecha se han concedido 116 premios Nobel de literatura y solo 18 han recaído en mujeres); asiática (los premiados del Lejano Oriente no superan la media docena); y joven (obtener con 54 años la distinción creada por Alfred Nobel la convierte en una “niña prodigio”).

Deseosos de escuchar la voz narrativa de esta poetisa transformada en novelista, una multitud de ávidos lectores y lectoras del mundo entero se hicieron prontamente con la traducción de algún ejemplar de su novela “La vegetariana”, obra con la cual se dio a conocer fuera de la Península de Corea y la llevó a obtener el prestigioso premio Booker, el más importante galardón del ámbito literario anglosajón.

La lectura de “La vegetariana” deja extremadamente satisfechos a sus lectores, quiénes no dudarán de haber aceptado con dicha elección. El relato está construido sobre tres capítulos a través de los cuales la anodina protagonista verá cambiar su vida, así como cambiará la de quienes le rodean, cuando decide dejar de consumir cualquier tipo de carne como resultado de una experiencia onírica, en un país donde incluso las costillas de perro son consideradas un exquisito manjar.

La narradora nacida en 1970 describe en sus líneas esa sociedad coreana (la del sur, por supuesto) de prosperidad y consumo en la cual las mujeres, a pesar de haberse incorporado a todos los sectores productivos de la sociedad, todavía siguen supeditadas a los deseos y dictados de sus padres y maridos, para quienes el concepto de corresponsabilidad en la gestión del hogar familiar parece no tener significado alguno.

Igualmente, esta escritora aborda con sinceridad el tema de la salud mental; un tabú social incómodo para todas las personas, incluidos los mismos pacientes incomprendidos, a quienes se pretende hundir y ocultar en un pozo sin fondo cuando no existe una rápida curación para sus patologías.

La de Han Kang es prosa, sí. Pero prosa poética. Herencia, quizás, de su poemario antológico “Dejé la cena en la gaveta” que se deja entrever en sus relatos cortos y novelas, los cuales, insistimos, no dejarán indiferentes a quienes naveguen por sus páginas.

Para aquellos que nos encontramos fuera del “Círculo de tiza caucasiano” de los académicos, críticos y editores, Han Kang muy probablemente sea el descubrimiento literario del año. 

Luis Gabriel David

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