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El cainato del sur de Europa

Mangarse una palabra no está de más, normalmente, de los asimiles, de un piso de guiris o de un tratado para fulimetas; con unas gotitas de califato andalucí y el manchurrón bíblico de la tercera lección de la Historia Sagrada, me ha salido cainato como estado de gloria en la Ciudad de su Paraíso de todos los malandrines que pululan. 

La ciudad de Málaga, gloria del piso turístico, es la urbe de la tardanza para los malagueñitos de pro y nuevos avenidos, si usted coge el volante, se atasca; pero si tiene que ver al galeno, hay que ser cofrade para tratar de encontrar en la devoción, la suerte que te niega el horóscopo,  una cita en tu Centro de Salud sin morir en el intento. 

Pero los que leemos algún periódico, emborrizados en sucesos, detenciones a gogó de traficantes y desafiantes, podíamos creer que de scheriffs y de jueces andábamos mejor que en El Árbol del Ahorcado, salvo siguiendo el patinazo futbolero de Al Tani con su eternidad judicial. Pero ayer me leía a seis columnas en portada, que se ha fijado para el 2029 la fecha de un litigio laboral, es decir, un quinquenio para ver si el togado te hace razonable cuando te apura el Alzheimer. 

Los juzgados malacitanos, decía su decano, están más en vía muerta que el tren de la Costa, sin contar el gratis de Cercanía. Faltan jueces, es la pancarta, pero como nos sobra gremio de delincuentes, el bandidaje sin Justicia promoverá el establecimiento del Gran Cainato del Sur de Europa.

Curro Flores

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