En tiempos recientes algunos y algunas, malintencionadamente o desinformadamente, han llegado a afirmar que la satrapía tropical del coronel Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro es de ideología bolivariana, haciendo referencia al pensamiento de Simón Bolívar, el líder de la emancipación americana que logró tras una larga y difícil empresa la independencia de lo que hoy en día son Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Craso error.
Cualquier historiador, e incluso cualquier escolar de los países antes mencionados, sabe claramente que el también conocido como “Libertador” o “Genio de América” defendió a capa y espada los derechos de los criollos (terratenientes y comerciantes) de las antiguas colonias frente a la hegemonía de los españoles peninsulares. Y que inspirado por los ideales de la Revolución francesa creyó a pies juntillas en la necesidad de un gobierno democrático, sin monarquía y con una separación de poderes.
Asimismo, el discípulo del intelectual y humanista caraqueño Andrés Bello, proclamó también la necesidad de un panfederalismo que uniese a las jóvenes naciones centro y sur americanas para hacerlas fuertes frente a las injerencias de su vecino estadounidense del norte y las potencias europeas. Y paremos de contar. Cualquier otra elucubración interesada no tiene razón de ser.
El pensamiento bolivariano se encuentra condensado en cuatro textos: en primer lugar en el “Manifiesto de Cartagena” (1812) y en la “Carta de Jamaica” (1815), en los cuales enfatizaba la necesidad de continuar la lucha de independencia de la metrópoli española, sobre todo cuando las cosas no iban bien tras la operación de reconquista de la fuerza expedicionaria encabezada por Pablo Morillo.
La utopía de Bolívar
A continuación tenemos el discurso pronunciado en el Congreso de Angostura (1819), donde se creó oficialmente la República de la Gran Colombia (integrada por Panamá, Venezuela, Colombia y Ecuador), y que se considera una continuación de los manifiestos anteriores, donde Bolívar proclamó la necesidad de adoptar un sistema de gobierno democrático con separación tripartita de poderes, e impulsar la educación de todos los ciudadanos, inspirado en sus maestros Andrés Bello, antes mencionado, y el pedagogo Simón Rodríguez, conocido como el “Sócrates de Caracas”.
Finalmente, nos encontramos con el discurso bolivariano en el Congreso de Panamá (1821) donde el General del Ejército Libertador hizo un llamamiento a la creación de una confederación americana, al estilo de la liga griega de las antiguas ciudades-estado helénicas, que hiciese fuertes a las nuevas repúblicas en el contexto mundial.
Sin embargo, el sueño de Bolívar se deshizo en pedazos traicionado por sus propios compañeros de armas, como el venezolano José Antonio Páez o el colombiano Francisco de Paula Santander. En 1830, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco falleció camino del exilio en la ciudad colombiana de Santa Marta, ninguneado y despreciado por los caciques locales que dieron al traste con el proyecto de la Gran Colombia. Fue acogido en sus últimos días por el comerciante español Joaquín Mier y Benítez en su casa conocida como la Quinta de San Pedro Alejandrino.
La caterva que se ha acomodado en el poder en Venezuela ha distorsionado y manipulado con descaro y alevosía en provecho propio la figura y el legado de Simón Bolívar. Sin embargo, los verdaderos estudiosos de la vida y obra del Capitán general de los Ejércitos de Venezuela y la Nueva Granada saben que, de existir hoy en día, volvería a emprender una nueva “campaña admirable” a lomos de su caballo Palomo y seguido por sus valientes centauros llaneros con el fin de volver a liberar al pueblo venezolano del yugo de sus actuales tiranos.