La Primera dio el primer chupinazo, el parte de guerra es superior al de la DGT en finde, pero ahí andamos desafiando a los olímpicos en alpargates delante de pitones, amparado por el santito Fermín, arropados por las letras que con sangre entran por los alberos de Hemingway. Me tapo la nariz, porque el Riau-Riau del día está lo van a vivir los franchutes; así que ni la Etapa ni las tapas de boquerones avinagrados, me van a distraer del tatachín galo, hasta que termine el recuento en las urnas y le hayamos ganado a los vichís malos.
La tortilla francesa no lleva queso de gruñir, ni finas hierbas, va a huevos más batidos que la espada de Los Mosqueteros, con más mala leche que si se hiciera con las púas de los cardos borriqueros; su faro guía intelectual anda más cegado que la Farola de Málaga; improvisado por un ropaje político de “macrón oscuro”, pero como diría míster Wilde, no es de caballero el color marrón.
Los partidos históricos de la mode française estaban de caspa caída, y sus burocracias no daban ni para conducir la trocha de la carretera de un burro; así que siempre que falla la copla se entona el desafine social. Espero que nuestros jugadores muditos, vean a M´bappe y los suyos entonar La Marseillaise con la alegría de haber derrotado a la Madame de ultraderechas, porque nuestros benlamines pegados al olmo, le tienen organizado el duelo de despedida a lo Kroos a la francesa (sans adieus). Me resulta curioso que el pobre multimillonario a patadas y narizazos, Monsieur Kylian, haya sacado sus antecedentes para aplicar las consecuencias que sufrirían los de su condición natal de ganar Marine Le Pen, utilizando su nombradía y altavoz para expresar su criterio político contrario a los extremos.
En la desnuda Piel de Toro, podemos marcar tradición y despecho, porque el torero Morante, de modesta cuna, le ha echado un capote y furgón a VOX, porque sus pocas luces son más de Puebla que de su pueblo.