El próximo mes de octubre tomará posesión como nueva presidenta de México, para un periodo de seis años, Claudia Sheinbaum Pardo, después de haber sido elegida el pasado mes de junio con una holgada mayoría como nueva jefa de Gobierno de ese país norteamericano donde, hasta el momento, ninguna mujer había ocupado dicho cargo.
A diferencia de otras naciones iberoamericanas como Brasil, Argentina y Chile, donde Dilma Rousseff, Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet, respectivamente ya habían estado al frente de sus respectivos gobiernos, en México esta situación aún no se había dado.
En el imaginario colectivo, México sigue siendo el país de los “meros, meros machos”, a lo cual se suma que es el décimo estado en el mundo en cuanto a número de feminicidios, según lo reporta la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Por ello, el triunfo electoral de la sucesora de Antonio Manuel López Obrador en el Palacio Nacional, la sede del Gobierno mexicano, es una verdadera revolución política y social.
La llegada de Claudia Sheinbaum a la cima de la administración pública de su país no es, ni mucho menos, fruto de la casualidad o un capricho del destino. Descendiente de emigrantes judíos askenazis por línea paterna, y de judíos sefardíes por línea materna, se formó como física en la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la cual también se doctoró luego de su paso como estudiante de posgrado por el campus universitario de Berkeley, en Estados Unidos.
Sus estudios e investigaciones la han convertido en una especialista, tanto en su país como a nivel mundial, en el tema de la energía y el cambio climático, llegando a hacer parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
De la academia a la política
El salto a la política lo dio en 2000, cuando se incorporó al gabinete del entonces jefe de Gobierno (alcalde) de Ciudad de México, Antonio Manuel López Obrador, en calidad de Secretaria de Medio Ambiente, optimizando e impulsando el uso del transporte público para reducir las emisiones de CO2 en la muy contaminada capital mexicana.
Posteriormente, Sheinbaum sería elegida como Jefa de Gobierno del Distrito Federal por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que también llevaría a López Obrador a la presidencia de los Estados Unidos de México.
En su gestión al frente de esta megaurbe de más de nueve millones de habitantes, Sheinbaum destacó por sus avances no solo en materia de medio ambiente, sino también en otros aspectos como la seguridad ciudadana, la erradicación de la violencia de género, la educación y la lucha contra la corrupción.
El próximo sexenio presidencial en México, liderado por una mujer altamente cualificada y experimentada, se vislumbra promisorio e interesante. Y no sobra recordar que este país ya ha tenido entre sus personalidades más relevantes a varias féminas, como la indígena doña Marina (Malinche), que condujo a Hernán Cortés hasta la capital del imperio Mexica; Sor Juana Inés de la Cruz, intelectual y religiosa defensora de la educación para las mujeres; Frida Kahlo, una de las pintoras más destacas del mundo entero; María Félix, la más grande actriz mexicana; y Elena Poniatowska; la escritora hispanoamericana viva más importante.
Si es que, al final, el “México lindo y querido” también es el país de las “meras, meras hembras”.