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Tú a Miami, yo a Málaga

Ventana americana

Durante el reciente encuentro en Washington del presidente español, Pedro Sánchez, con el estadounidense, Joe Biden, ambos países firmaron un acuerdo de “migración ordenada y circular” mediante el cual cierto número de migrantes que intentan ingresar al territorio de Estados Unidos de forma irregular podrían ser evaluados y reconducidos hacia España como destino final.

Según sus promotores, este acuerdo, en el cual también participa Canadá como posible país receptor de migrantes latinoamericanos, beneficiaría a todas las partes, ya que por un lado aliviaría la imparable presión migratoria en la frontera sur de Estados Unidos, proporcionaría mano de obra necesaria en ciertos sectores productivos españoles (como la construcción o la hostelería); y, al mismo tiempo, permitiría una migración ordenada al margen de las redes criminales de traficantes de personas.

Ahora bien, cabe preguntarse si un ser humano que ha recorrido toda Centroamérica a  pie haciendo parte de una de las denominadas “caravanas de migrantes” en busca de “el sueño americano” aceptaría, en cambio, irse a vivir a España, donde el nivel de remuneración salarial es muy inferior al del país norteamericano.

La respuesta seguramente será sí, en caso de que la otra opción sea, como seguramente lo será, la de ser deportados a sus países de origen en donde solo les esperan las necesidades básicas no satisfechas y, en muchos casos, la muerte prematura y violenta.

También hay que tener en cuenta que esos migrantes redirigidos hacia España, encontrarían aquí un estado de bienestar que no hallarían al norte del Río Bravo, donde tanto la salud como la educación se han dejado mayormente en manos de empresas privadas y cuyo acceso sigue siendo restringido para los recién llegados en esas condiciones.

Como consecuencia de esta oleada de migrantes “rebotados” de Estados Unidos podríamos referirnos al reciente estudio de la Escuela de Negocios BTS de Barcelona, titulado: “Migración en España”. Dicho informe considera que estos flujos migratorios a  nivel económico pueden representar más trabajadores, pero también más demanda de productos y servicios, .y un aumento en el nivel de la pobreza.

 A nivel social, conllevaría una mayor diversidad étnica, lingüística y religiosa. A nivel político podría fomentar el desarrollo y auge de ideologías en contra de la migración. Y por último, en política internacional, podría influir, como ya está sucediendo,  en las relaciones bilaterales entre naciones”.

Sea como fuere, esta redistribución internacional de los migrantes entre las naciones receptoras no es la panacea, ya que la solución se encontraría en el origen, cuando estas personas que abandonan su tierra natal en busca de mejores oportunidades no tuviesen que hacerlo al poder vivir en sociedades donde existiese un acceso igualitario a la salud, la educación, la alimentación, y la protección social. Y donde sus calles no fuesen lugares inseguros donde se jugasen la vida diariamente.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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