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Imbéciles trifulcas de palco

De recién llegados a los ayuntamientos democráticos, los concejales jóvenes con chaqueta y corbata de boda y barbas de haber bajado con Fidel Castro de Sierra Maestra; con todo el elenco de proyectos soñados disparados y los vecinos azuzando por las mejoras de sus ciudades. A la gran mayoría de los consistoriales, nos la traía al pairo, la nueva disciplina que no venía en los manuales de los partidos, el maldito protocolo. A cabezazos aprendimos las costumbres de cómo acicalarnos y colocarnos en las filas oficiantes.

Ha dado para más de tonelaje de terabytes, el asuntillo del palco del dos de Mayo, entre la gobernanta de Madrid y el ministro de la Presidencia, elevado a la trascendencia política la moda de colocarse a gobernar sin autoridad, por el voto decisivo de los usuarios de las cartas de desajuste de la caja de  atontar y las redes de cazar besugos. En fin, cosas de primeras páginas de dos jubiletas coronados, e imbecilidades de gente sin autoridad encaramada en el palco del gobernante, por su inane protocolo para cámaras en ristre.

Todo lo bueno se desaprende, si algo nos cupo conservar de las estrictas costumbres de estar en el sitio que te corresponde. A tal punto llega la chapuza que, el otro día el cámara de la Copa del Rey, por un leve estornudo, nos dejó ver a Requeteexcelentísimo don Alberto Núñez Feijoó, en un lateral de la primera fila del palco que presidía el Rey. Como algo de protocolo aprendí, mi sorpresa fue mayúscula, por lo que estuve varios minutos alelado, buscando un nuevo achís en la retransmisión. Cosa vana cuando la delicia es ver a Vinicius mareando a los pavos, entre muecas de pocos amigos.

Para mi sorpresa el derechismo rampante, tenía en el guión la presencia del Lápida del Finisterre en el palco, para que en su provecho escribieran de don Alberto, afinando titulares para pontificar que, había ganado por goleada a Pedro Sánchez al colocándose de polizón para ver el partidillo en directo. El próximo en el butacón de los emires con Rubiales y el Emérito, si se trata de ganar votos estúpidos.

Curro Flores

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