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Tres presidentes presidiarios en Perú

Ventana americana

El expresidente peruano Alejandro Toledo Manrique, que gobernó a este país andino desde julio de 2001 hasta julio de 2006, se encuentra ahora recluido en la cárcel de Barbadillo en Lima, luego de que los Estados Unidos autorizasen su extradición para que fuese juzgado por un caso de corrupción en su país natal. Con este, son ya tres los exmandatarios de la República del Perú que se han encontrado privados de la libertad en el mismo centro penitenciario durante los últimos tiempos.

Realmente, deberían haber sido cuatro los antiguos inquilinos de la Casa de Gobierno, también conocida como Casa de Pizarro, los que tendrían que encontrarse al día de hoy entre rejas. Pero el cuarto, Alan García, quien ostentó el cargo de presidente durante dos periodos (1985-1990 y 2006-2011) se suicidó de un disparó en la cabeza en 2019 cuando iba a ser detenido por la policía, en el marco de una investigación en la cual se le acusaba a él y su entornó de haber recibido 37 millones de dólares en sobornos por parte de la empresa constructora brasileña Odebrecht.

De hecho, ha sido también el mega caso de corrupción de la empresa Odebrecht, que según el Departamento de Justicia de los Estados Unidos pagó cerca de 778 millones de dólares en sobornos a políticos latinoamericanos para obtener contratos de obras públicas en la región, el que llevó a Toledo Manrique hasta una celda de prisión preventiva hasta que se celebre su juicio.

Alejandro Toledo fue acusado en 2017 por el poder judicial peruano de haber recibido de la multinacional  Odebrecht la suma de 20 millones de dólares para concederle a esta compañía la realización de parte de la “Ruta interoceánica Brasil-Perú”. El expresidente huyó hacia los Estados Unidos, país que tras seis años de luchas legales autorizó la extradición de vuelta a Lima del político fugado.

La “Cárcel de los presidentes”

Otro de los ilustres presidiarios de la conocida como “Cárcel de los presidentes” fue Alberto Fujimori, dirigente político de ascendencia japonesa que ostentó durante dos periodos de gobierno (desde 1990 hasta 2000) la banda presidencial peruana. Fue reelegido para un tercer mandato, pero renunció en ese mismo año durante un viaje oficial en el extranjero. Sindicado de crímenes de lesa humanidad durante sus años de lucha contra el grupo guerrillero Sendero luminoso, fue capturado en Chile y extraditado al Perú, donde permaneció en la cárcel de Barbadillo desde 2007 hasta el pasado 2022 cuando le fue concedido un polémico indulto.

Y el tercer y más reciente presidente preso ha sido Pedro Castillo, el último jefe de gobierno, quien el pasado mes de diciembre encabezó un autogolpe de estado para cerrar el Congreso en intervenir el Poder judicial con el fin de impedir un proceso de destitución por corrupción que debía afrontar en aquellos días. Esta acción fue rechazada inmediatamente por los poderes legislativo y judicial, las fuerzas armadas e incluso sus propios ministros. Actualmente Castillo, ya destituido, se encuentra en prisión preventiva acusado de los delitos de organización criminal, pacto ilícito y tráfico de influencias.

La reclusión carcelaria de tres presidentes peruanos en los últimos años tiene una doble lectura: por una parte puede llevar a la opinión pública a pensar que el Perú es un país políticamente muy corrupto. Pero también queda claro que ni a los fiscales ni a los jueces peruanos les ha temblado la mano a la hora de procesar a sus máximos gobernantes, eliminando así cualquier posible impunidad sobre ellos… Algo de lo que deberían tomar notas sus colegas de países vecinos, donde por casos similares muchos políticos no temen en absoluto la posibilidad de terminar en una cárcel para pagar por sus crímenes de diversa índole.

Luis Gabriel David

Profesor y periodista

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