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Corrupción

Más y más. Más de lo mismo. Cuando la corrupción a compaña al partido socialista se tapa por los medios de comunicación. Cuando la realiza el partido popular los medios la airean de forma que parece que es el único partido que la comete.

Por más que quieran los ciudadanos los mayores casos de corrupción se han realizado a través del partido socialista. En cuantía, el denominado ERE es el que se lleva el primer premio. Tuvo y ha tenido más relevancia el de los trajes de Camps o el de Zaplana que cualquier otro de los componentes del partido socialista. El de la trama Gürtel, del partido popular, también enorme.

Es importante destacar que durante el gobierno del partido socialista dos directores de la guardia civil han tenido que cesar. Los dos por casos de corrupción. El último de ellos, la directora, por el caso mediador y los escándalos en los cuarteles de la guardia civil.

Los partidarios de un partido político u otro cada vez que sale un caso de corrupción se miran diciendo ¿y el vuestro, que? Se equiparan a los seguidores de un equipo de futbol que continuamente comparan las malas praxis del juego para justificar aquellas que favorecen a los suyos. Pero en todo este tiempo el ciudadano no se ha percatado que la política no es un juego. Cualquier equipo, de cualquier disciplina, sea futbol, balonmano o balón cesto, tiene seguidores que defienden el comportamiento de sus componentes sabiendo que su comportamiento afecta solo a una parcela aislada de la sociedad: la liga en la que juega un equipo. Una liga que en formación de jugadores es inferior en función de la menor categoría en la que se juegue.

Así en las categorías inferiores vemos continuos ataques a quienes dirigen el partido como son los árbitros y los denominados jueces de línea. Igualmente, a los jugadores se les insulta y se les tira objetos. Esto último también pasa en las categorías superiores.

Pero un partido político es otra cosa. Las decisiones y el comportamiento de los miembros de cualquier partido afectan a la sociedad en su totalidad, ocurriendo en ellos lo contrario que en los equipos. Donde se da un mayor exceso de insultos y de malos comportamientos es en la categoría superior: en la liga Parlamentaria donde se dan cita todos los que representan a la voluntad popular con la peculiaridad que a diferencia de las ligas de deportes en las que en las categorías superiores juegan los mejores, en la liga parlamentaria juega cualquiera. No es necesario tener una formación ni académica ni física. Basta con llegar al hemiciclo después de haber engañado a los ciudadanos.

Es como si en una final de una liga de campeones salieran a jugar individuos que no estuvieran preparados físicamente y cuyo entrenador tuvieses por finalidad no abandonar su puesto pierda los partidos que pierda y cualquiera que fuese el resultado de su gestión.

Aun teniendo al peor conjunto de jugadores ese entrenador acostumbrado a mentir, convence las veces que su capacidad le permite, a los aficionados que al final llegara la victoria.

La falta de formación, de ideales y de principios de estos tahúres de la política ha conseguido destruir un país mediante la eliminación de los pilares básicos de toda sociedad: la familia, la educación, la separación de poderes que garantiza el Estado de Derecho y la manipulación de la historia de este país tratando de convertirlo en un país de buenos y malos.

Para imponer su criterio no les importa insultar a cualquier doctor verdadero, con años cotizados en su haber, tantos como quien lo insulta no cotizara jamás,  que afirme algo tan real que en una guerra no hay buenos ni malos.

Igual que recientemente ha ocurrido en algunos equipos de primera división en los que se ha cambiado al entrenador, los ciudadanos deberíamos cambiar también al presidente actual y prepararnos para una dura situación social en la que los perdedores usaran las máximas de Largo Caballero como fundamente de las algaradas callejeras y los desordenes públicos que provocaran: En 1934 Largo Caballero afirmaba en Ginebra  “No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad”. Posteriormente, el 10 de febrero de 1936 en el Cine Europa afirmaba: “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”.

El caos ya lo tenemos implantados en nuestra sociedad: aumento de la delincuencia en todos los ámbitos que este gobierno ha legislado. Mientras el ciudadano absorto y con miedo.

Fernando Guerrero

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