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Derechismo trasnochado de la CEOE

Como la patronal tiene sus evangelistas, editorialistas y plumillas de altos vuelos; ante la situación provocada por los desencuentros con el gobierno de Pedro Sánchez, ha lanzado el pregón para decirnos que las actitudes del sanchismo y asociados, son propias de juegos de izquierdismo infantiloide.

Los asuntos del indeseado disenso, impropios de lo conveniente a los sufridos por bajini, dan para enrojecer al más codicioso de los empresarios. La primera y en la frente para persignarse es la subida del salario mínimo, a una cantidad tan por debajo de la escala, que apenas da para pagar la luz, el condumio y el recibo del alquiler o la hipoteca que exista: a cambio de las inseguridades en el empleo de los tiempos modernos; el ex autónomo Antonio Garamendi se ha lucido contrariando con su tropa ceoista.

La Reforma de las pensiones, me sabe a mal contestarle, por la falta de respeto a los mayores, víctimas de la inflación y su deflación corpórea; uno que por edad respeta hasta al aventado político Ramón Tamames; no encuentro otra mueca que la del desprecio ante su oposición al infantilismo, del amor y justicia con los yayos.

La emigración de Ferrovial a Holanda, después de calibrar si Luxemburgo o Irlanda, es para mandar al quinto del Pino, a cantar el emigrante pero buscándose toda la familia las habichuelas escuchando el disco rayado a Juanito Valderrama, entonando El Emigrante, como lo han vivido tantos españolitos de bien. Si se hurga en la historia de la empresa y la familia que ha hecho rica a tantas ramas de pinitos, sus apellidos han sido referencias de páginas de esas que se llaman patrióticas, pero con tanta casta por endogamia, más engorde;  les nace necesidad de adelgazamiento “fiscal”, viene el descaste y ya se sabe. Antipatriotas sí, más los empresarios del sector que le aplauden el vuelo de su empresa. Aún recuerdo el cartel de las obras del Casino de Torrequebrada en plena Costa del Sol, que suerte tuvieron es ese bingo nacional los ferroviales del pasado gris cantando pleno.

El precio de la cesta de la compra y las ganancias excesivas de las cadenas de distribución, no necesitan de demostración, pero si no basta la ira de los que llevamos el carrito; también están que se suben por las trochas, los empresarios agricultores que a golpe de chapulina, ven como dan el golpe las teclas de los cajeros de los supermercados, mientras a ellos le pagan una miseria por su cosecha en origen.

En fin, la codicia no tiene fecha de caducidad, no está trasnochada, el infantilismo puede llegar hasta la caja de pino, ahí caduca toda su vida.

Curro Flores

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