Los datos del Ministerio del Interior escalofrían, en la provincia de Málaga se ha perpetrado una violación cada cuatro días; así el triste cálculo nos lleva a que somos cincuenta entes provinciales en el territorio español, más Ceuta y Melilla, multipliquen o busquen el informe completo de los de Grande Marlaska. La barbaridad del número de crímenes contra la libertad sexual, debe ponernos en estado de alarma, amén de repudiar la actitud intransigente de la ministra Irene Montero, para cambiar los errores de su ley del “sí es sí”, que facilitaba la reducción de penas de los bichos condenados anteriormente.
El mundo carcelario, siempre produce en mi mucha curiosidad, hasta el pasmo de visualizar recientemente, no sé por cuantas veces, La fuga de Alcatraz o Cadena Perpetua. He tenido la suerte de conocer algunos funcionarios de prisiones, uno de tan largo historial, que tenía más quinquenios que nadie con las llaves de las rejas, hasta de la mazmorra del Conde de Montecristo. Mis conversaciones con ellos, siempre las trataba de derivar a ese mundo extraño y enajenado de la vida entre barrotes.
Varias veces me confirmaron que los delincuentes sexuales, son los menos queridos de entre los presidarios, comentándome la causa. Para los presos, llamemos normales, hasta asesinos, el recuerdo permanente de sus mujeres queridas: madres, esposas e hijas, es gran parte de su pena; el hecho de que pudieran ser agredidas por esos monstruos les convoca la mayor iracundia.
Así que el violador, se convierte en objetivo a batir en el patio o en el instante de descuido. Por lo tanto, suelen estos desalmados, convertirse en ovejitas de conducta intachable, pelotas lamiosos muy serviciales, al buscar protección entre los guardianes uniformados.
En fin, ojalá se pudran, pero las informaciones de Interior, me han puesto el alma en vilo, sin humor para contener mi rabia.
