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La vergüenza nacional

El espectáculo visto en el Congreso de los Diputados, sede de la voluntad popular no ha podido ser más vergonzoso. Un ejemplo más de que todo lo que la izquierda pretende abanderar termina siendo pisoteado. Libertad, igualdad, bienestar social. Después de lo ocurrido en el Congreso, ausencia de los miembros socialistas de la bancada azul para manifestar su exclusión frente a las ministras Belarra y Montero la vergüenza nacional debe manifestarse en las urnas.

A estas alturas, después de las mentiras y despropósitos de este gobierno a un ciudadano de a pie le resulta difícil comprender que todavía se vote a ese grupo de inanes que lo único que hace es radicalizar no solo las posturas de los ciudadanos con sus comportamientos sino, además, que es lo verdaderamente preocupante en una democracia legislar de acuerdo con ese criterio excluyente.

Siembran el desconcierto para que cuando se tengan que ir del poder por la voluntad popular tengan el camino allanado para las algaradas callejeras y desordenes públicos y de esta manera asustar al ciudadano con grupos callejeros minoritarios que sembraran la violencia y el desorden en las calles.

Puede explicar alguien como un presidente de gobierno que presenta en el congreso de los diputados una modificación a una ley no se presenta a votar. Es fácil de entender. No quiere que su voto aparezca junto a los de los partidos de la oposición. Sobre todo junto a los del Partido Popular. Él se considera limpio. No puede votar con los miembros de la derecha. Una manifestación más del carácter excluyente de nuestro presidente. Inclusivo, no. Excluyente, si. Solo él. Por encima de todo, él.

Lo último de nuestro allegado al poder y que no quiere soltarlo, es probable que intente lo que haga falta para mantenerse en el poder, ha sido la visita a una biblioteca. Como a la calle no puede salir pues parece que es alérgico a los abucheos se reúne a puerta cerrada con una asociación de mujeres en Azutan (Castilla-La Mancha), para transmitir, mediante una grabación, lo que en la calle no tiene: respeto de los ciudadanos. Es más fácil que reunidos en una biblioteca con seis o siete mujeres miembros de una asociación subvencionada por el Estado recibir algún que otro elogio, que asomarse a la calle donde el abucheo a su presencia está garantizado.

La carencia de un programa, la ausencia de proyectos creíbles para la Unión Europea hacen que nuestro allegado a la presidencia tenga que recurrir a una foto de hace veinte ocho años, de mil novecientos noventa y cinco, del jefe de la oposición para obtener aplausos de los suyos. Con esta alusión el allegado a presidente pretende acallar el escándalo del “Tito Berni”. De vergüenza nacional.

Fernando Guerrero

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