La Málaga de Paco en la que toman vuelos las plumas para enladrillar las alturas, sin huecos para los de abajo. Tiene en Teresa Porras la más iluminada concejala de fiestas que el menda ha conocido, sabido es que los mayores vieron mi afán en la tarea; encima le han dado la escoba para que escamonde el solar del Paraíso. La muy lúcida, visto como están los barrios de guarreras, ha decidido ponernos cámaras, para firmar una serie de interminables telefilmes, protagonizados por las, los y sus mascotas que emulan a Harry, el Sucio, sin necesidad de pasar por un casting.
Con la moderna idea de encarrilar el redil de los aseados, ha puesto los llamados catorce puntos limpios, uno por distrito municipal; para que nos demos el selectivo paseo a sus depósitos y echemos los cacharritos que estorben, sin ser de cristal, cartón o los de toda la vida. En los años de colegial el hermano Abilio, nos enseñaba la teoría de la infinitud de líneas que pasa por punto, y soltábamos una coral carcajada, con su particular demostración del punto gordo, cuanto más, se pierde la línea porque engordas.
Tengo un querido amigo y lector, más agudo que Poirot, con su policiaca pericia me ha dado el soplo, de que el punto limpio de la Malagueta, está en la acera en la que mora el alcalde, a escasos metros de su portal. Es extremadamente difícil, trazar líneas concéntricas poblacionales de nuestras barriadas, encontrar el punto simétrico es mejor no someterlo a debate. Pero de eso, a ponerlo delante de las narices de la alcaldesa, es salirse por la tangente poniendo el moderno chirimbolo.
Tengo otro fiel lector cercano a la injusticia, pero estoy seguro que a él no le molestará darse un garbeo para depositar sus ajados inclasificables. Sabido es que estamos en la época de confeccionar la lista pepera, “ojos que no ven, corazón que no siente”; pero estoy convencido que a su jefe le gusta su compaña, para hacerle un hueco con sillón garantizado.
Es de punto y aparte político, poner rojo el bastón de mando ante sus más fieles votantes, por una descuidada manera de prestar servicio sin sonrojo.
