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CANASTAS PARA LA HISTORIA

Derrotar al Barcelona y al Real Madrid frente a los aros es una proeza digna de un relato Homérico; que el Tenerife se soplara al histórico Juventud en su cancha, para los Episodios; así que como el “turismo fue un gran invento”, el Unicaja de la capital del Sur de Europa se ventiló a la escuadra canaria en la final de la Copa del Rey de baloncesto, lo que me constituyó una gran alegría en la sopa de letras del pobre.

Desde niño, cuidado por mujeres, se me reprimió jugar al fútbol, temerosas de que enfermara como mi padre habilidoso pelotero, cosas de antaño; así que desfogaba votando un pelotón entre la calzada informe. Jugar a baloncesto en aquella época te podía hacer sujeto de un ataque infantil homófobo, entre aguerridos machitos futboleros. Después entre unos cientos de niños en el viejo campo de mini básquet de los Maristas, fui elegido, para mi sorpresa, para entrenar con Manolo Jato, nuestro guía y estrella; por lo visto tan enclenque como era, tenía una extraña virtud para mi desconocida, votar el balón sin mirarlo. Desde ahí, corriendo, pasando, saltando y tratando de encestar, tengo ese deporte como mi mayor preferencia.

Como a la justicia y el reconocimiento, le recorta las alas la envidia, he querido recordar a significativos actores que pusieron los granos de arena para que brindemos con el segundo copazo monárquico. Empiezo con el hermano Paco, venido de Cuba, para bailar al son del rebote ante nuestras inamovibles canastas de cemento armado; a Juan Luis de la Rosa, primer presidente de nuestro viejo Caja de Ahorros de Ronda, quién me invitara a visitar a Rodríguez de la Borbolla, con nuestro primer ascenso a primera división; a su primo, el inolvidable Paco Moreno,  estajanovista e imperioso gerente del equipo. A Braulio Medel y sus directivos de Unicaja, que frente a viento y marea, ha patrocinado y patrocinan el mayor éxito del Club.

Felicito a directivos, técnicos, entrenador y jugadores de la nueva proeza; pero mi corazón y alma están en los grandes artífices de toda nuestra más continuada y mejor historia deportiva malagueña: mis queridos Alfonso Queipo de Llano, José María Martín Urbano y Javier Imbroda, ni dios lo sabe, pero ojalá pudieron ver los partidos sobre el velo de calima.

Curro Flores

Curro Flores

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