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La globalización

Tras los resultados de las elecciones estadounidenses, nos encontramos en una situación en la que parece que los pájaros les pegan tiros a los cazadores. El respeto por el ganador de unas elecciones en la democracia más solida del planeta se ha perdido. Cantidad de manifestantes, menos que los votantes del ganador, salen a la calle con pancartas unos y con lagrimas en los ojos otros. No entiendo que esperan.

Piensan que a partir del día 20 de enero los gobernara un diablo, o será el mismo Lucifer quien se siente en la Casa Blanca. Olvidan que el sistema de gobierno en Estados Unidos se inicia en 1776 y que funciona a la perfección en esa Republica Federal Constitucional que es Estados Unidos.

Igualmente olvidan algo tan sencillo como lo que dijo J.F. Kennedy cuando llegó al poder: No os preguntéis que puede hacer vuestro país por vosotros. Preguntaos que podéis hacer vosotros por vuestro país. Tienen cuatro años para hacer a política demócrata y reparar lo que ahora parece irreparable.

Esta situación es la extendida por Europa, antes que en Estados Unidos. La falta de respeto hacia lo establecido. El considerar cualquier ciudadano que tiene derecho a incumplir la norma vigente en el ejercicio de su libertad individual, olvidando que las leyes se hacen para la protección de los derechos de la sociedad y de los individuos, pero que tanto en un caso como en otro tiene sus limitaciones, que es precisamente lo que diferencia la libertad del libertinaje.

Participamos en un proceso electoral, pero si el ganador no es el nuestro, lo estigmatizamos y demonizamos con la sola finalidad no de mejorar la sociedad sino de conseguir, o al menos creer que los nuestros son los que tienen el poder. Parece como si la política se fuese "deportivizando": mi partido político tiene que gobernar aunque pierda las elecciones, pues aunque haya sacado menos votos que el contrincante, es mejor para la sociedad y es el único que es válido.

No me gusta la globalización. Desde el punto de vista social parece que se está produciendo una difusión, a nivel mundial, de modos, valores y tendencias para conseguir la uniformidad de gustos y costumbres. Pero como siempre ocurre cuando se trata de igualar el listón de las aptitudes baja y lo que destaca es lo vulgar y mediocre, mas fácil de manipular, que lo excelente.

Desde el punto de vista económico, tampoco siento simpatía por el concepto globalización. Es como si los miembros de mi comunidad de propietarios me dijeran la compra semanal que tengo que hacer, en beneficio de la comunidad, y no según mis posibilidades y necesidades.

La única forma de luchar contra los efectos de la globalización y la globalización misma es cambiando lo vulgar y mediocre por lo excelente. Eso significa abandonar el letargo en el que nos han sumido quienes hoy defienden la globalización.

 

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