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La España jubilosa

Jubilado, hace 40 años, me afanaba muchas veces de troche y moche, en mi intensa labor de concejal; trasnochado por el tejerazo, me tentaba la camisa cada día, mientras oteaba con esperanza el cambio que proponíamos los socialistas, ante el renquear de UCD.

Sin móviles, a radio partida, con la Uno asombrada, por fin supimos y después vivimos el júbilo, de que mi Partido, el PSOE liderado por Felipe González había ganado, más que estrepitosamente, las elecciones en toda España.

Hoy todos los medios de comunicación, ahora tantos, se harán eco de un hecho histórico, algunos, los la de las editoriales adversarias, le darán la vuelta al acontecimiento, para bajarnos los humos de nuestra celebración, a mí no me la merman. Estudioso de los 143 años de historia, el partido de PSOE fundado por Pablo Iglesias, nuestro Abuelo, había tenido el mayor éxito electoral de su longeva vida.

La alegría se puso de mi parte abrumadoramente. Recuerdo tantos besos y abrazos, más que en un bodorrio, entre barbudos de camisas a cuadros, compañeras consortes y las pocas aguerridas del incipiente feminismo. He participado en muchas elecciones y ganando, muchas me atañían personalmente, pero nunca cogí un rebote tan gozoso como éste.

Los que vivimos de oposición al franquismo, aquellos años de la Transición, en los que muchos desde la izquierda tuvieron que cambiar muchos de sus presupuestos ideológicos, tentados por el materialismo llamado científico, y nosotros, que nos despojamos del marxismo de nuestros estatutos fundacionales. La cristalización del cambio, me aseveró dos creencias íntimas, tratadas de mantener en toda mi trayectoria política, la democracia y sus avances como norma, más la libertad esencial del ser humano como la constante.

Mi primera tarea como edil, Servicios Sociales y Sanidad, principalmente, goberné un departamento que en el frontispicio tenía un cartel de HUMILLANTES, justito al lado del Salón de Plenos, con colas para repartir las cartillas de Beneficencia; la bochornosa atención de la Sanidad, que dejaba a los humillados fuera de la Seguridad Social, y, tanto para contar y no acabar de la herencia franquista, cambió con el primer gobierno de González, universalizando la Sanidad; también empezó a nacer las primeras políticas nacionales de Bienestar Social, coordinadas con los municipios.

Hay que decir que ser político y hacer política en la época, era una actividad bendecida por la comunidad. Cuarenta años después es un imposible no ser denostado. Un brindis por el recuerdo, a renglón siguiente, todavía seguimos con los mentecatos de la democracia que, no se ponen de acuerdo en la renovación del poder judicial, evidentemente yo culpo al PP, con sus puñetas marcadas.

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