Horrorizado, triste, acongojado y enrabietado, así me siento, como tú quizás, cuando veo como arde Galicia, como las llamas cercan la ciudad de Vigo y como tres personas han muerto por, seguramente, la acción pirómana de un desalmado.
Y me trae a la cabeza incendios tan devastadores como el que recorrió nuestra provincia de Coín a Ojén, calcinando 8.225 hectáreas y falleciendo una persona. Aquello ocurrió en 2012 y desde entonces no hemos vivido, por suerte, un incendio similar.
Ahora es Galicia la que arde por más de 105 focos, y lo más triste es que, como indicaba hace unos días Ecologistas en Acción, los pirómanos y delincuentes ambientales que provocan estos fuegos muchas veces viven en la más absoluta impunidad.
Y lo deja bien claro los datos de la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo. En los últimos 10 años más de 160.000 incendios han arrasado España, pero sólo 325 personas han sido condenadas por provocar incendios, y de ellas, únicamente 8 ingresaron en prisión. La condena más alta fue para un incendiario en Valencia, 9 años de cárcel, una pena, que probablemente no cumplirá íntegramente.
Pese a la reforma del Código Penal, a que existan penas de hasta 20 años de cárcel por provocar incendio forestal con riesgo para las personas, como indica Greenpeace España, rara vez se adoptan condenas tan severas y los pirómanos, con penas menores, o se libran de la prisión o apenas cumplen unos pocos años.
De poco sirve el endurecimiento de las penas si luego no se aplican, o simplemente, no se logra detener a los que generan los incendios.
Desolación, cenizas y un paisaje quemado y destrozado para décadas es lo que deja la acción del hombre, de ese que quema impunemente los bosques de nuestro país.
[cabezon name="Carlos Hernández" designation="Parlamentario andaluz de Ciudadanos por Málaga" img="white" /]
