Lo he oído y escuchado en algunos medios, suelen ser siempre los mismos, algunas emisoras de radio y algún periódico. Hablaban así de la cobertura de las televisiones del caso de Gabriel Cruz. Ya me cansa la forma que algunos colegas tienen de calificar nuestro trabajo despectivamente.
Nosotros solo cumplimos con nuestra obligación de informar, siempre respetando la ética periodística y personal. Siendo además, por nuestros millones de espectadores, un instrumento fundamental para dar relevancia mediática a un tema de tanta importancia como la desaparición y búsqueda de un niño de 8 años.
Hasta los investigadores de la Guardia Civil han destacado como, en un momento importante de la investigación la colaboración de los medios de comunicación permitió desarrollar su labor sin problemas.
Somos periodistas, pero antes somos personas, enpatizamos con los entrevistados, algunos compañeros y compañeras han pasado más horas con Patricia y Ángel que con su familia.
Muchos de los que critican no los he visto ni un segundo en Almería, en Rodalquilar, Vícar o Níjar. Pero les gusta hacerse los espléndidos y los dignos, criticando indignamente a sus colegas de profesión.
No me parece justo ese trato y yo, que no suelo criticar a compañeros, a estos no los considero. Yo solo he estado una semana cubriendo este atroz asesinato, esta columna va dedicada a mis colegas que han estado con los padres del pescaito desde el primer día de su desesperación, a los que han llorado al ver el resultado final y se han conmovido con Patricia y Ángel, a los que llegaron a entrevistar a Ana Julia y descubrieron a posteriori el horror, a ellos que de verdad saben lo que es trabajar en esas circunstancias.
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