Inicio Opinión

La ley, único camino

Aunque distintos, tienen un elemento común ya que quienes defienden sus posturas alegan tener apoyo suficiente de los ciudadanos, unos en votos y otros en firmas, para implantar sus criterios en nuestra democracia. Me refiero a la prisión permanente revisable y a los independentistas catalanes. Pero en ambos casos les falta un elemento esencial de cualquier estado de derecho: que ambas aspiraciones sean sancionadas por ley. Solo la ley defenderá nuestro estado de derecho. Nuestra democracia, imperfecta como todas, es la garante de nuestra libertad, así como garante de de la defensa de las distintas ideologías que en ella se establezcan. Democracia imperfecta que nos permite manifestar nuestro descontento, pero que nos obliga al sometimiento a la legalidad reconocida por todos. Así que unos y otros debemos hacer cuanto la ley nos permita para que nuestras actuaciones y aspiraciones sean conforme a la ley, pues de lo contrario seremos juzgados y sancionados por la ley, que tratamos de incumplir, como simples delincuentes.

A esta idea tan clara del sometimiento a la legalidad ataca un concepto nuevo que aunque distinguido en algunos diccionarios, como en el prestigioso de Oxford, como palabra del año en 2016, no por ello sus efectos dejan de ser altamente confusos y propensos a la manipulación.

La posverdad distorsiona deliberadamente una realidad, para manipular creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. El ejemplo más claro es lo que está ocurriendo en la actualidad con la idea que los separatistas de la región española de Cataluña transmiten en Europa de su situación.

Esa distorsión de la realidad separatista a la que Europa, aparentemente, le está dando aire, y que no es más que el uso de la retorica para, manipulando la exposición de la situación a la que han conducido a Cataluña hacer creer a los ciudadanos europeos así como a organismos decisorios de nuestra comunidad, mediante una locución continua de conceptos repetitivos como presos políticos, violencia policial o resultado electoral que legitima la independencia, que lo imaginario de su independencia es real así como que la ilicitud e ilegalidad de su actuación dentro del ordenamiento jurídico español es falsa. El uso de la Posverdad es peligroso. Se pretende hacer verdad aquello que no teniendo hechos objetivos en los que basarse lo considera real la emoción, el credo o el deseo individual o colectivo. A ello contribuyen dos elementos esenciales de nuestra sociedad: los medios de comunicación: en la televisión pública alemana los presentadores usan corbata amarilla y las presentadoras trajes amarillos, cuando hablan del delincuente Puigdemont, y la ignorancia de los ciudadanos que pensando lo menos posible no son consecuentes con el daño de sus irresponsables actos.

El verdadero peligro de la Posverdad es la influencia en los sentimientos y credos de las persona, lo que unido a la ignorancia producida en nuestra sociedad por el sistema educativo convierte a los ciudadanos en victimas fáciles de quienes los quieran manipular.

 

[cabezon name="Fernando Guerrero" designation="Ensayista" img="guerrero" /]

Ir ARRIBA