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Arcángeles en el Horizonte

La Cafetería Horizonte está cerrada y en obras, el propietario se ha jubilado, así que ya no veremos a los cuñados Pacos, al frente de ese negocio que se nos hizo familiar y entrañable. Mañana, aquel horizonte del pasado, caminará hacia otro nuevo punto de fuga ¡ojalá! del mismo fulgor.

En su interminable ajetreo los camareros siempre atentos, no percibieron, que varios de sus clientes habituales tristemente desaparecidos, hoy figuran en el callejero de la Ciudad, también en la memoria, estudio y delectación de amigos y seguidores.

Quizás, ya es el tiempo, agradable primavera, de aquellas tardes de bonanza vivaz, que convocados en torno a Rafael Pérez Estrada, Ángel Caffarena y Jose Ignacio Díaz Pardo, nos reuníamos en la terraza a departir lo humano, pero sobretodo, a degustar metáforas y deglutir greguerías que desparramaba Rafael. Se reinventaba la realidad a vuelo de los arcángeles de la cofradía de la duda razonable.

Unas tardes nos acompañaba el poeta Pablo García Baena, nuestro Príncipe de Asturias, la discreta y esencial palabra de la más depurada alma cordobesa; con él, otras veces venía el excepcional poeta de Aguilar Frontera, Vicente Núñez, con su divertida tropa de él mismo: recuerdo a Luis Rosales, Pere Gimferrer, Ana Rossetti, Fanny Rubio y tantos interminables encuentros con los mejores de las letras españolas. Llegaban, a veces, Teodoro León, Álvaro García, Mesa Toré, Rafael Inglada, todos los entusiasmados poetas jóvenes, combinando su ingenio y su respeto con los mayores.

Ahí aprendí que el máster de poesía, no necesita más de medio folio para sacar un cum lauden, a riesgo de conseguir una buena consideración y algunas fatigas laborales. Porque como te cuelguen el sambenito de poeta, mejor que te las busques de fontanero.

D. Manuel Alvar, Manuel Alcántara, Fadón, Pacurrón, en la Feria de Agosto, iniciaban desde la cafetería el paseíllo para otorgar el capote de paseo, Rafael y yo a ritmo del pasodoble que le tarareábamos al escritor cubano René Vázquez Díaz, entrañable amigo.

Quién diría, en su sano juicio, después de lo vivido y conocido, que la semilla del actual Festival de Cine, me la plantó a mediado de los ochenta Carlos Taillefer, quién más tarde me presentaría a Salomón Castiel, quién aceptó la tarea en el 86, de organizar el primer festival, nominado Volver al Cine.

Al nuevo propietario de la cafetería, Rafael Prados, le gustará saber cómo destacado comerciante del Centro Histórico, que en Horizonte pergeñamos, Modesto Espejo, Carlos Gutiérrez, y algunos amigos más la que sería la exitosa feria del centro que tanta satisfacción produjo en aquella época en malagueños y visitantes.

Todo pasa, pero debía de haber levantado acta, de la excelente concurrencia que conocí y disfruté gracias al punto de encuentro de los arcángeles de la Ciudad del Paraíso.

 

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