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Sindicalismo

Generalizar casi siempre es injusto. Pero si me refiero al movimiento sindical español estoy en disposición de asegurar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Mucho mejor. El sindicalismo que conocí nada tiene que ver con la pantomima que ahora representan los denominados sindicatos de clase, que cada vez tienen menos clase en eso de defender de verdad la causa obrera, entendiéndose por obrero desde el empleado más básico hasta el mejor situado en el escalafón de una empresa.

Según la Real Academia de la Lengua, un sindicato es 'una asociación de trabajadores para la defensa y promoción de sus intereses'. Pero por lo que veo, leo, palpo y siento, los sindicatos mayoritarios están más por defender los intereses de determinados sectores políticos que en proteger los derechos de los trabajadores. Y nunca olvidemos que el primero de los derechos de los trabajadores es el del trabajo, seguido de un sinfín legalidades que abarcan desde la remuneración conforme a pactos hasta la salud laboral.

Qué tiempos aquellos en los que Marcelino Camacho con su jersey de cuello vuelto o Nicolás Redondo representaban y defendían al frente de Comisiones Obreras y UGT a los trabajadores frente a los patronos privados y a los partidos gobernantes, por entonces de forma casi exclusiva el PSOE. Ahora abrimos los periódicos y los sindicatos aparecen de forma anecdótica – léase pelea en la caseta de CCOO en la feria de Sevilla – o alguna implicación judicial por los ERES en Andalucía, pero poco más en la defensa del derecho laboral.

Ahora están más entretenidos en hacer política, y no precisamente políticas que favorezcan a los trabajadores, porque ya me dirán a mi cómo se defiende a los obreros participando en manifestaciones independentistas en Cataluña. No me extraña, como he leído en algún sitio, que el nivel de afiliación de ambas centrales se está hundiendo. Confieso que a nadie conozco que milite en algún sindicato. Y eso que mi círculo próximo no es pequeño.

Si nos tomamos la molestia de visitar las webs de Comisiones y UGT podríamos apreciar que hay mucho de oposición política y poco de sindicalismo con los pies en el suelo. Porque defender a los trabajadores es defender el contexto económico global a fin de que los trabajadores puedan seguir siéndolo y gocen de todos sus derechos. Y defender las pensiones no es poner en riesgo el sistema con peticiones casi imposibles. Por eso, y por otras muchas cosas, en materia sindical cualquier tiempo pasado fue mejor. Mucho mejor.

 

[cabezon name="José A. Hierrezuelo " designation="Periodista" img="Jose" /]

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