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Hospitales

A un centenar de metros de mi casa hay un solar abandonado que, a buen seguro, le servirá a Susana Díaz para construir uno de esos quince o dieciséis hospitales que ha prometido esta campaña electoral. Uno en cada esquina, vamos.

La candidata a presidenta, aunque mucho me temo que mantendrá título, sueldo y coche oficial, debe pensar que los andaluces vivimos en el país de las maravillas, donde todos los problemas han sido resueltos y que la sanidad funciona como un reloj suizo. Pero no. No es así.

Los que somos usuarios, muy a nuestro pesar, de la magnífica sanidad pública gracias al esfuerzo de los profesionales, sabemos que ésta no puede hacer más de lo que hace, entre otras cuestiones porque está saturada. No se contrata nuevo personal que supla las carencias, pero Susana quiere construir más hospitales, que para eso estamos en campaña y mentir va en el sueldo.

Da pena ver cómo las salas de espera donde se administra la quimioterapia están repletas de personas que pasan las mañanas enteras en un ambiente frío y poco recomendable a la espera de que esté su preparado químico para ser administrado vía venosa durante una o dos horas más. Son personas que sufren cáncer, la enfermedad más temida por cualquier ser humano que de esta manera reciben un doble castigo el tiempo de aguante y la incomodidad de las sillas de la sala de espera, más bien de tortura.

Estoy convencido de que Susana Díaz jamás ha paseado de incógnito por un hospital, por ejemplo el Clínico de Málaga, sin cohorte de pelotillas aplaudidores. Como una ciudadana más. Y, en verdad, no le deseo que tenga que acudir para acompañar a nadie que necesite de un tratamiento de quimioterapia. Convencido estoy que en ese momento borraría de un plumazo su promesa de construir muchos hospitales y urgiría dar soluciones reales para mejorar la sanidad pública andaluza.

 

[cabezon name="José Antonio Hierrezuelo" designation="" img="Jose" /]

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