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Las extremas reales y las supuestas

El jueves pasado en Zaragoza un partido de derecha, extrema según los dirigentes de la izquierda, celebra un mitin y consigue llenar un teatro y además que haya interesados en asistir que se queden fuera. Es decir, tiene un éxito de audiencia tremendo. El dirigente de ese partido sale del local y micrófono en mano se disculpa porque no haya cabida para todos y agradece la asistencia.

En el exterior se han ido agrupando personas de la izquierda radical, ¿por qué no extrema izquierda?, que tratando de boicotear el mitin se enfrentan a la policía, un herido leve, que ha de actuar deteniendo a seis alborotadores por volcar e incendiar contenedores, así como dañar coches que estaban aparcados en las proximidades.

Los medios de comunicación harán todo lo posible por hacernos creer que los que han asistido al mitin, sin ofender, dañar o atacar a las fuerzas de seguridad son la extrema derecha, mientras que los que volcaron y quemaron los contenedores y atacaron a las fuerzas de seguridad lo hacían en nombre de la libertad. ¿Libertad o libertinaje? Que no nos engañen más.

Un país desarrollado y democrático no puede estigmatizar todo lo que no guste a los gobernantes. La ciudadanía debe salirse de lo 'políticamente correcto que es la sutil manera de implantar un pensamiento único. ¿Por qué siempre se habla de la extrema derecha, y nunca de la extrema izquierda? Sería conveniente que nos preguntásemos donde están las extremas en nuestro en nuestro país.

Otra pregunta sería hoy por hoy ¿hay izquierdas y derechas? Creo que lo que realmente hay es una serie de ciudadanos que han hecho de la política una forma de vivir y mantener un nivel económico y de influencia, presente y futuro, por encima del ciudadano normal, que es quien le paga.

El bienestar del ciudadano poco le importa a esa elite de bien vividores que no dudan en adoptar posturas extremas en las decisiones sobre la unidad de nuestro país, sobre la continuidad o modificación de nuestra Constitución o la permanencia de nuestra Monarquía. Todo como si estuviésemos en una sociedad por hacer. Una sociedad en la que el presente desprecia el pasado, tanto como el futuro.

Se preocupa solo por vivir un presente en el que solo le preocupa lo externo y que tiene los gobernantes que se merece. A lo mejor es que la que verdaderamente es extrema es la sociedad.

 

[cabezon name="Fernando Guerrero" designation="Ensayista" img="guerrero" /]Ausente.

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