Inicio Opinión

Las joyas y los Goya no nos dejan esquivar las balas

Mateo oyó los disparos en su calle Ebro, ya no se podrá asomar más a la ventana, la bala de un AK-47 kalashnikov acabó con su vida. Amén de la tristeza e indignación por la muerte de un ser humano, y de ser la octava vez que los ciudadanos malagueños, en menos de tres meses, sufrían de conocer de tiros y tiroteos en sus barrios, me surgió la pregunta, ¿qué narices hacia un kalashnikov en la Palma-Palmilla en manos de éstos delincuentes? Es tan insólito para mi ignorancia, como cuando en mi primer oficio de munícipe de Sanidad, tuve que ordenar recoger un león de una terraza de una de sus viviendas, que con sus rugidos tenía aspaventados a los palmilleros. Este oficio de recoge felinos que generalizó en toda Málaga, porque recolectamos13 leones y algún tigre, en manos de particulares, y hasta los tuvimos a rallas, cuando se cruzaron las dos especies de felinos en nuestro parque de protección animal.

Con león o armas de guerra, nuestra populosa barriada Palma-Palmilla no es la selva, ni está para escenario de peligrosas batallas entre bandas. Durante muchos años en la actividad pública me he preciado de conocer a colectivos de vecinos más que entregados por las mejoras de su hábitat, y la elevación del nivel de vida de sus vecinos, con un compromiso y voluntad político social entusiasmante. También conocí a una inmensa mayoría de directores de colegios, maestros, padres, servidores públicos y voluntarios entregados, tutelando con mimo los estudios y el futuro de sus hijos, sabedores de que la educación y el buen aprendizaje era el mejor camino para salir de sus modestas existencias. Compartí muchas horas de trabajo con su ex concejala Meli Molina, que supo mantenernos en permanente vigilia con los problemas de sus habitantes, y de la que también he descubierto su maestría en el dibujo y la pintura secreta.

Ahora, me uno a las protestas e indignación de sus vecinos, contra aquellas autoridades públicas que pudieran haber bajado la guardia, en la vigilancia y control de las bandas e individuos peligrosos, también en los otros puntos conflictivos del solar del Paraíso.

Obviamente, lo primero es aumentar los servicios policiales, pero hay que poner en la agenda de las políticas pública, unas obligadas medidas de conciencia social frente a las banalidades codiciosas del Museo vacío de las Gemas, o la ceremonia de Los Goya. Hay que poner el foco para actuar frente a ese 30 por ciento de la economía sumergida que se mantiene en nuestro país, dónde se deposita la lacra y emergen a balazos. No me gustaría escribir como García Márquez, aquel artículo memorable, "Todos fuimos culpables", que expresaba la laxitud de todos los colombianos frente a la impunidad de los cárteres de la droga.

[cabezon name="Curro Flores" designation="" img="curroflores" /]

Ir ARRIBA