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Nuestra sociedad “aviruada”

Averiado por el virus se encuentra lo próximo, lo remoto y nosotros mismos, sujetos al sobresalto y sin poder saltar. El virus coronado manda como monarca cruel, disputando el juego de los estragos, y demostrando a los terrícolas planos o esféricos, la vulnerabilidad de tanto como aseguramos en el caudal de nuestro conocimiento y nuestras organizaciones políticas y económicas. Cada día las mascarillas emiten saludos más amables, y los ojos se vuelven más desconfiados.

Con la humanidad "aviruada", sacamos las tropas a la calle para apartar un singular residuo que imprima caos a la obediencia salvadora, sabiendo que nuestra única tropa para luchar está en el hospital de campaña, ahora vanguardia heroica en imaginaria permanente, quién de por vida era nuestra retaguardia reparadora.

Como en todas las tragedias y pandemias del pasado, la caridad de los que hemos permitido que atesoren se hace patente, muy agradecidos, pero la solidaridad tiene otros márgenes de acción más mayoritarios que singularísimos, y por doquier sus muestras señalan las ventajas de lo mejor de lo humano. También como la historia dijo, y el día a día lo hace evidente, los peores especímenes adquieren notoriedad, para ampliar con creces La Historia Universal de la Infamia que nos legó la sabia escritura de Borges. Será casi imposible, pero ansío que cuando esta tragedia termine, los tribunales juzguen la pandemia de individuos y colectivos, que se están aprovechado ventajosamente de la desgracia, o han intentado infectar cada rincón del orbe.

Todas nuestras sociedades organizadas con fronteras o sin ellas, está demostrado lo incapaces que son para solventar con uniformidad y rigor la epidemia del coronavirus. Al principio vimos con cierta conformidad que los científicos, los sabios de nuestra tribu, los políticos los hubieran puesto al frente de la guerra, pero pronto ha aventajado al conocimiento el juego de los números que no salen, confinados al pan nuestro de mañana o a la codicia de las ganancias.

En ningún programa electoral, ni en ninguna dictadura, había un manual para tantas defunciones, los manuales de funciones al uso, tienen un sesgo propagandístico que difícilmente puedan expresar a la vez, un acompaño su sentimiento con estamos encaminando tu futuro, sin dejarnos perplejo.

Las tribus se hacen más tribu, lógicamente las fronteras más frontera, no solo las físicamente necesarias por mor de la pandemia, sino las fronteras mentales que nos hacen perder cualquier sentido de amistad y solidaridad, profundizando en los racismos y estereotipos de clasismos nacionalistas. Muchos actúan ante la "tormenta perfecta", como si fuera el momento de la rebelión a bordo, aunque todavía carecen de capacidad para iniciar un simple abordaje.

Ojalá, esta sociedad "aviruada", pueda permitirnos equiparnos para mejorar nuestra existencia y convivencia de futuro, globalizada hoy por el cetro del coronavirus. Tener esperanza es lo único no reaccionario, decía con certeza el poeta Jorge Guillén, y en las peores circunstancias no hay que desecharla.

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