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El virus del consenso

El primer "consultor político", Joseph Napolitano, nos aleccionó con este primer pensamiento electoral, "una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero incluso una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea". Ejemplo severo hemos tenido recientemente.

Antes de iniciarse el confinamiento, bajo la sorpresa de contertulios, pude aventurar la dificultad de aprobar los presupuestos, vistos los últimos movimientos de la Bolsa consecuencia de los primeros estragos del coronavirus en Wuhan, las empresas del Ibex vivieron una baja del 30 por ciento.

La primera intervención de Pedro Sánchez anunciando el inicio de nuestro encierro, me quedé con un mensaje esencial, la necesidad de llegar a un acuerdo de reconstrucción nacional entre todas las fuerzas políticas sociales, para superar el negro futuro que se nos presentaba con los ataques del virus a nuestra población, y las consecuencias ulteriores para nuestras vidas y economía. Estas palabras cayeron en una batalla política, enajenada de nuestro principal objetivo en esta llamada guerra que libramos local y mundialmente.

Nuestros partidos nuevos y los que viven instalados desde el inicio de la democracia, han sufrido un proceso de ideologización consecuencia de la crisis económica. Nos hemos acostumbrados a las "ideologías de vicuñas", a expeler todas las maldades del contrario, y a sostener en algunos casos las profundas creencias que llevaron al abismo de las poblaciones dónde se experimentaron las de los nacionalismos, la ultraderecha y las del comunismos. Creando un cruce de fuegos políticos, ajenos a los más naturales deseos de una población que aspira a un presente y un futuro sin extraños desasosiegos vitales.

La encuesta del CIS de la semana pasada en pleno confinamiento, amen de los detallismos provocados que se han tratado sobremanera, dio el dato más razonable y que ha coincidido con otros sondeos, los españoles desean un acuerdo nacional ya, que nos cree una razonable hoja de ruta aceptada por concordia de las fuerzas políticas parlamentarias, y que solo un exiguo 13 por ciento están en la la línea del acoso y derribo, los maníacos de la España del garrotazo.

Por fin, la lectura de las encuestas, más que otras cosas, ha obligado a cambiar de estrategia a Casado, y a sentarse donde corresponde su propuesta a tratar de negociar un acuerdo de la futura reconstrucción nacional, con luz, taquígrafo y hasta cámaras con scaners si hace falta. Hay muchas bocas piando en el nido, y muy poco para repartir con justicia y eficacia. Viviremos muchos rifirrafes, porque posturitas hay, ojalá el destino sea el que alumbró a los políticos en los Pactos de la Moncloa y la Constitución.

La deuda será como para pelearnos con nuestra pesimista prima de riesgo, pero hubo un ejemplo nacional que podemos aprovechar, la Copa Mundial de Fútbol ganada en Sudáfrica, el equipo pudo demostrar que los pequeños pueden hacer cosas muy grandes. Sin perjuicio del tsunami mundial que vamos a vivir, cojamos nuestra tabla, y sorteemos la tormenta equilibradamente, con nuestras mejores ideas, nuestros mejores investigadores, productores, creadores, pensadores, emprendedores y trabajadores, para no cesar en la tarea, esa es la hoja de ruta, por más pequeños que nos creamos, para ganarle al futuro incierto ¡virus de consenso, la mejor estrategia, y esperanza!

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