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Mínimo común denominador

Estamos asistiendo a una crisis sanitaria, económica y social sin antecedentes en nuestra historia reciente, lo cual provoca incertidumbre, desasosiego, frustración y sobre todo algo irracional pero humano: miedo.

Independientemente del mayor o menor acierto en la gestión de esta situación excepcional, imprevista e insospechada, el gobierno de la nación está acometiendo medidas sociales valientes. Si comparamos las medidas estrella adoptadas por Mariano Rajoy y su equipo (rescate de la banca, no paralización de los desahucios, no establecimiento de garantías mínimas sociales...corrupción... medidas de austeridad que limitaron el gasto social, recorte de las ayudas a la dependencia, etc....) y los acuerdos adoptados en esta situación dramática ( ERTES para favorecer el mantenimiento del empleo, prestaciones contributivas sin cumplir los requisitos de cotización, ceses de actividad simplificados, prohibición de los desahucios, ayudas al alquiler, moratorias en el pago de préstamos e hipotecas....) la diferencia es abismal; parece que hablamos de dos países diferentes. En realidad se trata de la sensibilidad social que manifiesta la izquierda transformadora, con todos los errores e incoherencias inasumibles, y que pone el foco de atención en la zona más frágil de la sociedad. Aun en el clima de división y crispación propiciado por quienes siempre aspiran a prostituir la política y los partidos políticos para ostentar el poder a toda costa, es incontestable que esta crisis se está combatiendo con las mejores medidas sociales posibles en estos momentos y en estas circunstancias. Todo es mejorable, desde luego, pero la voluntad de corregir los desequilibrios y desigualdades es digna de resaltar.

Y ha llegado la gran medida: el ingreso mínimo vital. Es vergonzoso que nuestro país no lo haya tenido hasta ahora; se trata de una medida orientada hacia la dignidad humana; que ninguna familia se encuentre en situación de no poder atender a las necesidades ineludibles para sobrevivir.

Felicito y aplaudo esta medida que, si acaso, me parece insuficiente, pues siempre escatimamos recursos y regateamos precios con la pobreza, mientras no se pone coto ni a paraísos fiscales, ni a las grandes defraudaciones fiscales ni las fortunas desorbitadas.

Creo que esta medida hace un poco más humano a este país y permite que a ninguna persona se le hurte la posibilidad de acometer las necesidades básicas. Por fin se adoptó alguna medida con un tinte y un claro matiz de justicia social.

Porque hoy sigue siendo lunes, quiero manifestar mi alegría porque tenemos un mínimo común denominador: intentar erradicar la pobreza.

A Paqui, por su cariño y su calor.

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