Hoy entendemos como necesario y también imprescindible para el correcto funcionamiento de una democracia la absoluta división de poderes. Los tres poderes o pilares que sustentan -o deben sustentar- todo el entramado político de una nación para convertirse ésta en un Estado de derecho son el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo, y el Poder Judicial. Los tres en igualdad absoluta, sin intromisiones de unos en otros. Los tres de igual altura. Para que no cojee el trípode del Estado de derecho y democratico que deben sustentar, pues de lo contrario toda la realidad democrática se vendría abajo arrastrando al verdadero estado de derecho.
Esta división de poderes, que se antoja débil en nuestra Constitución por la forma en que se nombran los miembros del Tribunal Constitucional así como a los miembros del Consejo General del Poder Judicial en los actuales momentos que vivimos peligra más que nunca. La politización de los tres pilares de la democracia hace que caminemos hacia una dictadura, mas teniendo en cuenta los medios que nuestros actúales gobernantes han usado para llegar al poder, la mentira; para mantenerse, la confusión; y para perpetuarse la ilusión.
Modificaran todo cuanto sea necesario para perpetuarse en el poder. Si en tiempos pasados alteraron los resultados de unas elecciones (memoria histórica real, y no politizada) ahora modificaran las leyes de tal manera que la oposición nunca llegara a formar parte del Consejo de Ministros, o lo que es lo mismo nunca gobernaran (Pablo Iglesias dixit 23/09/2020).
Piensan ustedes, acaso, que la multitud de tropelías cometidas por los miembros de este gobierno, personal y conjuntamente, les permitirán ser oposición o salir del gobierno. No. Se perpetuaran pues fuera del gobierno no son nada.
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