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Mentiras, confusión y destrucción

Hay que destruir la democracia. Es el precio del poder de Pedro Sánchez y además hay que destruir los sentimientos de la sociedad. Hay que moldearla para que renuncie a cuanto la recuerde el pasado, no solo de España, sino de la civilización. No olvidemos que Sánchez y los suyos son dioses.
No importa lo que haya que hacer: mentir, injuriar, conspirar, arruinar, destrozar, destruir, engañar, confundir, someter. Lo importante es mantener el poder.

Ahora quiere quitarle la fiesta al nacimiento de Jesús. El niño que nació en Belén. Aquel pequeño cuyo nacimiento fue perseguido desde su concepción. Aquel que a medida que creciendo servía de ejemplo a la sociedad por su veraz forma de pensar, de vivir y también de morir.

Pretende el allegado presidente que la fiesta de la Navidad, la del Adviento del Niño Dios sea sustituida por la fiesta del afecto.

Torticera interpretación de los sentimientos sociales. Acomplejada actuación ante una fiesta que rememora el nacimiento de alguien que cambio la manera de pensar y de comportarse de una sociedad corrompida y decadente donde el fariseísmo campaba a sus anchas.

El afecto en nuestra sociedad está considerado como la tendencia o inclinación que podemos tener hacia alguien o hacia algo. Esa tendencia representa las diversas pasiones del ánimo que son, no solo el amor y el cariño, sino también la ira, el amor o el odio.

Y es en este sentido en el que se está desarrollando la actuación del allegado a presidente y todos los miembros de su gobierno.

Ellos saben la diferencia entre el bien y el mal. Ellos saben que no se debe ganar por la fuerza lo que se puede ganar con la mentira. La diferencia es clara: la mentira manipula la mente de la sociedad hasta el extremo de convertirlos en corderos. La fuerza señala al que la ejerce aunque se ejerza en defensa de los corderos a los que llevan al matadero.

Ellos, nuestros actuales gobernantes han aprendido que la política no tiene relación con la moral. El poder es al principio amoral y paulatinamente se va convirtiendo en inmoral.

La actuación del actual gobierno solo se puede catalogar como propia de quienes aparentan estar cumpliendo la ley pero que en realidad lo que hacen con su actuación es eludir los preceptos legales y sobre todo el espíritu que hasta hoy ha tenido nuestra Constitución. Su comportamiento, actuación y conjunto de intenciones está más cerca de los principios de "El Príncipe" de Maquiavelo, que de "Utopía" de Santo Tomas Moro.

El primero exalta el poder, el segundo nos invita a ser inconformistas y tenaces pero siempre desde la solidaridad para conseguir el bienestar de toda la comunidad.

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