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Y pretenden reiniciarnos...

No hace mucho, en medio de los oleajes de la pandemia, Klaus Schwab, presidente ejecutivo e inventor del Foro de Davos, argumentaba su desazón por la crisis humanitaria y económica que padecemos, mostrando sus temores por los efectos subversivos e incontrolados que la ilimitable deuda podía ocasionar.

Como el caprichoso mundo que convoca el señorito Schwab: poder político, financiero, tecnológico, intelectual y artístico a la carta, en el antiguo hospital antituberculoso suizo, busca las paridas para ponernos a parir al mundo mundial; a la luz de la sindemia, se han inventado el GRAN RESET, al castellano el Gran Reajuste, es decir, el cambio que tenemos que hacer los de a pie, una vez se acabe la crisis en nuestro hacer y perspectiva vital. No sé quién le ha marcado la pauta, pero seguro algún think tank de alguna de las bochornosas fundaciones de dirección de pensamiento, de alguno de sus multimillonarios de las ramas de la open society, para inocular lo que se avecina. Los más venturosos argumentan que después de la peste negra en el siglo XIV, la humanidad resplandeció de nuevo con el Renacimiento.

El cardenal Gerard Müller, que dentro del poder eclesiástico pasa por estar más alikindoi, en la publicación INFOCATÓLICA, se ha lanzado a degüello contra los poderes del Foro Económico Mundial: capitalismo especulador, los gigantes de las altas tecnología de los países occidentales y el comunismo de la República Popular China que, con la excusa de la crisis, pretenden resetearnos, es decir controlar nuestro pensamiento, la palabra y la acción.

El prelado da una dentellada a ese mundo distópico que se entrevé de una sociedad digital controlada por los grandes hermanos, dónde los miles de millones haremos el primo a su servicio, en nombre de un ideario que nos mantenga confucio a lo mao, con el guante acaparador de los Rothschild. Advierte el cardenal, con mucha razón, que siempre que nos hemos enfrentados a estos inventos, los autarcas han atacado con la letanía de la teoría de la conspiración, para reprimirla y mantener su dictadura, más alibaba para que se nos caiga la baba.

Evidentemente estos inventos globales de una sociedad planificada, con aderezos regionalistas, pretenden acabar con la tradición de la cultura occidental, para el Cardenal, el catolicismo, en una atmósfera de descristianización desde el poder. Incluyo los valores de la Ilustración, el Progreso y el sentido único de la manoseada palabra Libertad.

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