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Vivimos en una dictadura implantada por quienes no tienen otro objetivo que apoderarse de la voluntad popular en su propio beneficio con la única finalidad de perpetuarse en el poder pues el único estatus en el que sin servir para nada cobran lo que quieren, eligen a sus amiguetes y amiguetas como asesores y campan a sus anchas por las calles insultando, quemando, destrozando cuanto se tropiezan a su paso y todo ello animados por partidos que estando en el gobierno disfrutan llamando jóvenes antifascistas a quienes son fascistas, por el mero hecho de estar sentados a la izquierda de quien los necesita para mantenerse en el poder, que no gobernar pues esa es la diferencia entre los dictadores y los demócratas.

Los dictadores ejercen el poder sobre los ciudadanos estigmatizando e insultando a quienes no piensen como ellos y persiguiendo mediáticamente a colectividades que les son incomodas para el cumplimiento de su único objetivo, someter a la ciudadanía, mientras que los demócratas dirigen a la ciudadanía para conseguir el bien común sometiéndose al control de la oposición a través de los mecanismos legales que un estado de derecho establece. Los aspirantes a dictadores destruyen esos mecanismos mediante la interpretación torticera de la ley.

Poner en duda nuestra democracia como excusa para destruir el denominado régimen del 78 e implantar una dictadura, es su objetivo. Pero ojo, no nos engañemos, no es una dictadura comunista en sí, sino una dictadura capitalista: unos pocos se enriquecen a costa de unos muchos a los que empobrecen.
Desde las mansiones del poder se castiga la libertad de expresión de los vecinos con el único propósito de ir demostrando que quien manda lo puede todo. Tiene el control de los cuerpos policiales, el de la fiscalía y con el tiempo el del Consejo General del Poder Judicial.

Entonces el círculo se cierra. Quien este contra ellos, o mejor dicho quien piense contra ellos será un delincuente subversivo a quien habrá que encerrar. Quienes defienden la libertad de expresión, condenan a un vecino de la dacia de Galapagar por protestar comiéndose un roscón de Reyes, a nueve meses de cárcel. En la televisión del régimen sanchista hay quien ha calificado de pacíficos los altercados de Madrid y Barcelona ocurridos con motivo del encarcelamiento del rapero.

Lo dicho vivimos en una dictadura emergente en la que cuando nos queramos dar cuenta lo único que podremos hacer es soportarla lo mejor que podamos, pues para colmo tienen tiempo de hacer lo que estimen necesario para afianzarse en el poder ante la falta de iniciativa de una oposición acomplejada que se deja criminalizar siendo incapaz de argumentar cuanto se puede en contra de un gobierno que ha hecho de la mentira su forma de gobernar.

[cabezon name="Fernando Guerrero" designation="Ensayista" img="guerrero" /]

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