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Nobleza porquera

Entre chácharas inermes de amigos, cundió conocer que uno de mis representantes políticos era heredero de porqueros, a la sazón, no sé si por envidia o por el relevante cambio de status social constitucional. La verdad, es que visto como gruñen algunos en el Parlamento, su descendencia le habilita para domesticarlo.

De pequeño, corría por la era del cortijo La Piedra, con el ansia de poder acompañar a mi primo Juanito que, por primer oficio le enjaretaron una manada de guarros de la cortijá de Vadoancho. Me ilusionaba estallar el látigo como él, y atinar con la honda en el rabillo del verraco, tal me contaba, cuando renqueaba o corría desviando la manada empujando el morro, pero por el miedo a que me picara el chinchón me lo prohibieron.

Ahora que están de modas los másters, por mi experiencia para la política no hay mejor que este tipo de aprendizaje, al igual que el de meritorio de concejal de suburbio para la carrera política, contrario a las actuales prácticas de piscifactorías políticas. Amén de conducir la piara de correligionarios, con control de los disloques propios de las disputas de poder: la tesis final, la matanza, te da para embutir chorizos, repartir morcillas, y asentar jamones salados por el tiempo de mandato.

Siempre me gustó más que la gestión del cabrero Casiano, el buen hombre me dijo cual era la cabra más brava de su rebaño, la cite con el vestido rojo de mi prima Carmencita, armado con una varilla de olivo y, trompazo, desarme y carrera que, dio para que todos los jornaleros tuvieran tema dejándome en ridículo durante la canícula.

Para máster de ideólogo, no está mal con una reata de mulos, el oficio de pensaor entre nocturnos pejuares y hazas veraniegas, allí escuché a uno del oficio discurrir aquello tan sabio: -he pensao y no dejo de pensar, que si las bestias no comen, como van a trabajar.

La Odisea, le da carácter de nobleza a Eumeo, el porquero de Ulises, hasta la novela, el plebeyo no entra en el casting literario. Descendencia noble, mayor que las de otros del lugar, que se la dan de linajudos herederos, los terratenientes paisanos del Pollo Robledo que, acumularon miles de patas de olivos, con el estraperlo y peores oficios, los mejores, mieleros o cosarios. Tierras de rigor labriego, donde su acaudalado bate se tenía endiosado, las cosas del campo también dan para perseguir un cochino.

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