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Fraga, el Flecha Roja de Palomares

En la Ciudad de Luz, departía con sus almas más luminosas, los fotógrafos, Manuel Falces, siempre recordado, y, Carlos Pérez Siquier, amigo insigne, nuestra charla siempre cordial, esa vez, tomó el camino del mal recuerdo, aquel de las cuatro bombas atómicas caídas en Palomares, terrible accidente que, había pasado a mi cesta del olvido, tenía 15 años, y el telediario no me cundía; y que en los espíritus sensibles de Almería, constituyó un inigualable desafuero de la represión franquista contra la libertad informativa, tal como me lo contaron los artistas.

De aquello, yo recordaba el chapuzón de Fraga, siempre solicito a las exigencias del Régimen, que como ministro de desinformación se mojó hasta el estremecimiento con el embajador usado, para demostrar a los incautos que el plutonio estaba tras la orilla y, todavía campa en 50 o más hectáreas enterrado, a la espera que los yanquis cumplan con su compromiso de limpiar la zona afectada. Curiosamente la operación de llevarse las bombas y primeras comprobaciones, en el marco de la Guerra Fría, se llamó Flecha Roja, así que nuestro Flecha Azul, se cambio de camisa para el aterido baño invernal.

Tras ver un documental reciente del accidente nuclear, muy recomendable, di gracias porque estemos vivos, pero casualmente iba por la avenida Fraga de Torremolinos, no de Cuevas de Almanzora, municipio del enclave pedáneo de Palomares, y volví a las andadas. Solamente un alcalde pueblerino, de aquellos evocadores de los rollos de antaño, de Paco Martínez Soria, de -El Turismo gran invento, puede desde su añorado flechazo, ponerle una avenida a Fraga, presidente de su partido, cutrez de las que marcan época y mal estilo, pero peor para continuarla con la avenida Rafael Gómez, el célebre constructor de apodo Sandokan, que fue a la trena por su pandilléo con el gilismo marbellí.

Al fin, volvieron a gobernar los socialistas en Torremolinos, y empezaron por lo facilito, cambiando la avenida a Sandokan, por la de la Libertad; pero se prometieron quitar el monumento al turista donado por el constructor cordobés, trasto inigualable, que Fernández Montes en su discurso inaugural, lo comparó con la Columna a Nelson, sería el Nelson de hidropedal. Pero el punto de mira de no mirar, sigue ahí erecto, como si tal cosa, dividiendo los caminos de Fraga a la Libertad y de la Libertad a Fraga, según se vaya "pacá pallá". Ortiz el alcalde actual se sigue haciendo el turista con el chirimbolo, quizás todavía escuece la deuda del PP en las talarañas de las arcas municipales, o no encuentra a un Praxíteles local que ponga orden en la imaginería de la Villa.

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