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La mentira como estrategia política

En política la memoria tiene las patas muy cortas. Ya nadie recuerda que la todopoderosa Ayuso empezó en política llevando las redes sociales del perro de Esperanza Aguirre. Tampoco hay nadie que relacione al recién ascendido Espadas con el PSOE de los EREs, a pesar de haber sido consejero de Vivienda en aquellos oscuros años.

Los políticos tardan cada vez menos en desdecirse de una cosa. Sánchez dijo en campaña que no subiría los impuestos y los ha subido. Que no habría indultos, y todo apunta a que sí.

En clave local también pasa. El PSOE de Málaga ha estado siempre a favor de construir en el Astoria y ahora se rasga las vestiduras pidiendo una consulta ciudadana. Y estuvo a favor de la torre del puerto hasta que salieron de la Junta y ya no podían apuntarse el tanto. La veleta roja.

Los ciudadanos hemos asistido perplejos al cambio de opinión de algún ministro en cuestión de horas. Y no porque hayan encontrado nuevos argumentos que condicionen su cambio de postura, no. Simplemente dicen lo contrario y ya está. Nadie rinde cuentas. Nadie las exige.

Debe ser que en el ideario del bipartidismo tienen un capítulo en el que aparece, subrayado en amarillo fluorescente, ese refrán que dice 'una mentira contada mil veces se convierte en verdad'. Solo eso explica que estos últimos días el Partido Popular haya salido en tromba, a todos los niveles, con la cantinela de que Luis Salvador (Cs) debe dejar la alcaldía de Granada en virtud a un acuerdo 2+2 que nadie ha visto, del que no se conservan fotos, del que no hay hemeroteca... y que aun así veneran en el PP como si fuera el Espíritu Santo. Un acuerdo que no se puede ver: hay que creer en él con los ojos de la fe.

Los bulos, la desinformación, la infoxicación..., eso que la neolengua ha dado en llamar las fake news, son un peligro para todos nosotros. El 'miente, que algo queda' como estrategia. La impunidad ante el embuste porque, a pesar del engaño, les siguen votando.

Y todo ello potenciado por la polarización que los algoritmos de las redes sociales fomentan y avivan. Estamos indefensos. La única esperanza es que cada uno de nosotros, por una cuestión de deber cívico, y porque no queramos que nos tomen por idiotas, hagamos el ejercicio de leer en profundidad sin quedarnos en los titulares, de contrastar hechos, de dar siempre y a todo el beneficio de la duda. Incluso de preguntar a las fuentes para tratar de conocer la verdad.

Sólo así dejaremos de ser borregos de eslóganes vacíos, de titiriteros de pacotilla, de mediocres con pintas que te venden sus crecepelos de fórmula milagrosa mientras te fríen a impuestos o cercenan tus libertades individuales.

[cabezon name="Alejandro Soler" designation="Responsable de comunicación de Ciudadanos Málaga" img="ALESOLER" /]

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