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Espetos 2050

Para el 2050 nos han prometido el paraíso. Yo creo que porque ya para el 2030 no llegan a tiempo para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que nos lo prometían para entonces. Y como veinte años no es nada, que decía el tango, pues eso: nos tomamos veinte años y ¡arreglao!. ¿Será por tiempo? El III Reich pretendía durar mil años.

A mí, que soy muy prosaico, lo que me preocupa para el 2050 son los espetos. ¿Cómo será nuestros espetos en el 2050? Esos espetos de sardinas que le han dado a Málaga fama universal. ¿Seguirán siendo de pescado? Me explico. De momento han emprendido la cruzada contra la carne y ahí tenemos a Bill Gates que nos ha prometido hamburguesas de carne sintética. Tal vez porque para estos apóstoles de un nuevo orden mundial, matar animales sea cosa de mal gusto. Así que, por qué su próxima obsesión no va a ser, simplemente, que dejemos en paz a los bichos, por tierra, mar y aire, y si queremos pescado ya se encargará alguien de fabricar algún tipo de proteína con sabor a sardina del Mediterráneo.

Ahora bien, nos conocen demasiado. Saben que un trozo de proteína con sabor a sardina como que no nos va entrar por los ojos. Y sobre todo en la playa y por la tarde-noche. Pronostico, por tanto, que finalmente nos servirán unos espetos de magnífica apariencia con sardinas de pega. Sin embargo, y como las ciencias adelantan que es una barbaridad, no creo que volvamos a ver una barca llena de arena con sus brasas y sus espetos pinchados mientras se cocinan. Creo que la barca seguirá existiendo como parte del decorado y veremos en ella unas ascuas de pega, como algunas chimeneas de esas de pega que ya vamos viendo, y unos espetos, también de pega, no aptos para el consumo y que nunca terminan de asarse.

Yo creo que los espetos se harán en el 2050 en una magnífica impresora 3D perfectamente conectada a la terminal de comandas del camarero transhumano, que con perfecto acento de Málaga, nos atienda. Esto traerá grandes ventajas. Ya no estaremos limitados, por ejemplo, al capricho del dueño del chiringuito que dice que el espeto es de cuatro o de seis sardinas y, a partir de ahí, a solicitar múltiplos enteros de un espeto. Podremos pedir, ¿por qué no?, un espeto de siete ejemplares, o de trece, si no somos supersticiosos. Además, podremos diseñar cada pescado: más o menos ancho, más o menos largo o más o menos plano. Y que algunos vengan con la piel más quemada y otros no. Y de colores ¿por qué no? Total si van a saber todas las sardinas igual ¿Por qué no pedirlas de colores variados? A los niños les gustará comerse sardinas blanquiazules con la camiseta del Málaga, C.F. serigrafiada en el lomo. Sardinas con la cabeza del Messi de 2050 también habrá. Parece divertido.

Y nos creeremos distintos porque el software permitirá opciones infinitas. Pero el programa informático será uno. Sólo uno. Y estará orientado a una sola cosa: dar satisfacción inmediata a todos nuestros caprichos. Lo que será un fastidio porque no experimentaremos ya nunca más la frustración, ni el amor, ni el desamor. Sólo la satisfacción. Y todo el rato. Y nada nos hace más iguales que la sensación de estar satisfechos.

Así, que imagino que en algún sitio se estará ya preparando la Resistencia para dar batalla y comer espetos de sardinas naturales pescadas de manera furtiva, con algún resto de tripa y espina, asadas en alguna playa escondida, con camareros humanos vigilando la llegada de la autoridad competente y muchas muchas risas. Porque risas es lo único que no será capaz de imprimir la impresora 3D. Sólo por eso, desconfíen del 2030, del 2050 y de sus apóstoles. 

[cabezon name="Rubén Manso" designation="Diputado por Málaga en el Congreso de los Diputados" img="manso" /]

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