Mi admirado magistrado Pascual Sala, ex presidente del Tribunal Supremo, del Consejo del Poder Judicial y el Constitucional, miembro de Justicia Democrática en los años del franquismo, en los que te podían poner las cadenas del Tribunal de Orden Público por "rogelio" frente al Régimen, me ha sorprendido, con su falta de elegancia, al salir al paso de la solemne intervención del Presidente de los jueces, Carlos Lesmes, en la apertura del año judicial que, en su perorata llamó al patriotismo constitucional a los partidos en el Parlamento, para que renueven su más que expirado mandato.
Sala recordó que él y seis magistrados del órgano de gobierno de los jueces, dimitieron en tiempos de Aznar, tras ocho meses en que los partidos no se ponían de acuerdo en su renovación, cosa que fue de efecto fulminante para que en las Cortes pararan el corte. Muchos a don Lesmes le han pedido esa autoinmolación, a la que se resiste como sus vocales, por esa patriotería de ser los últimos de Filipinas constitucional. Es de muy mal gusto señalarle el deber moral, a un colega de la cofradía de la "magistradura", tomando partido por los dinamiteros demócratas.
El magistrado Lesmes, hombre que conserva todos los odres del oficio y que luce lana borra en el pecho de la toga, sabe bien que dimitir es de cobardes y resistir es de cemento armado. Don Carlos, simplemente ha cumplido con el deber de creyente de –aconsejar al que no sabe, eso sí, con la rigidez que da la independencia de su poder; también aquellos que le señalan como un hombre de la Génova auténtica, hay que decir que sus intervenciones en la fundación de Aznar, es por esa virtud de enseñar a los que no saben, piensan mal los que lo achacan a su sesgo ideológico o la propinilla.
Mis amigos me señalan que los populares pretenden secuestrar al Poder Judicial, en una terrible conspiración con sus jueces afines, mal argumenta quién quiera ver a un togado versado en leyes y oposiciones tramando con un Casado, de torcido expediente académico en Derecho, es lo que nos faltaba.
El mandante en el PP, pretende cambiar las formas de elección en la batalla judicial, el joven pretende elevar el poder del corporativismo de los jueces, dirá que quién sabe más del colegueo y la popularidad entre sus pares. Es una vuelta de tuerca más para evitar que la proporción mayoritaria del Parlamento se exprese, frente a los grandes valores de guante blanco.
Diez mil euros en catorce pagas, más lo que traiga la capacha, es un "lesmaso", por eso está bien cumplir con el deber con diligencia y hasta sin competencias, más levanta Hazard sin moverse del banquillo. Ante lo irremediable, queda un año para que don Lesmes, haga un Lesmes, renovando su discurso inamovible e independiente, faltaría más.
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