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Cláxones de batalla

Casi dos años de mascarilla, conduciendo carritos de choque por los supers, sin distancia reglamentaria, he visto como se subían día a día los precios, con disimulo mascarado, la compra ya ha llegado a lo imprescindible, sin casi. En las gasolineras baratas, sin cola, reponía; desde la putinada los coches en largas filas parecen que van a un banco de alimentos, hay que tener cuidado, para que el ralentí no teje a cero el depósito por la espera.

Cada mañana los cláxones vociferan, señales auditivas del descontento de los transportistas por los precios del combustible, a esperar de nuevo en punto muerto. Ayer tomaron Madrid los agricultores, es decir, los dueños de los terruños, tractores, jacas y gorras inglesas; obviamente no le salen las cuentas, del campo a la plaza, se llenan los bolsillos los mercaderes y corredores. Muchos son de derechas de toda la vida, otros, nos lo han traído los plásticos y los frutos rojo, pero se oponen a que caigan los precios de sus productos en el mercado financiero, ya se saben, se lo llevan los anónimos; libre mercado para sus acciones, mercado de clausura para sus limones. Si la cosa sigue así, tendremos que comprarnos nuestra caña de pescar y asar grillos.

El plasma no te deja duda, la inercia es mala, montándose las protestas sobre las malas noticias de Ucrania. La lectura política de años, me dice, que cuando los de las ruedas gordas empiezan a meter follón, sus protestas tienen más avales de la reacción que las de Rouco Varela en Colón. ¡Cuidado!

Las del Chile de Allende, la excusa para el Golpe. La marcha de los envidiables camiones de Freedon en Canadá, un gran aviso. Cada cual lanzará sus consignas y sus envites, espero que todo se calme, vienen tiempos ignotos, llamando a la unidad en el sacrificio.

Amén de que todavía no he tocado el claxon llenando el depósito, y que no he estallado el carrito de la compra contra los tomates. Sé que los olivareros este año, han tenido problema para reclutar aceituneros, siempre los hay de color para un remedio, como ellos dicen, y que bajo los plásticos por un salario mísero se explotan los inmigrantes. Éstos no figuran entre las terribles pérdidas de los señores del tractor, también es pecado.

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