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¿Será 2018, otro, para moviola?

Se brindó hasta en la cola de los bancos de alimentos, para despedir 2017, hasta el tinto más despiadado, sirve para desear mejor fortuna. Pero ni un respiro, primero la ceremonia de los Reyes Magos, entre el moderno pulso de la diversidad, y la intransigente divergencia; lo cierto es que hasta que los niños sean mayorcitos, sólo entenderán de los caramelos recogidos en su cabalgata, y de los juguetes sorpresas, el resto de los follones está fuera del campo de la ilusión, en el pedestal de nuestra exaltada realidad.

A dos ministros se los ha tragado el temporal, al tiempo, en cuanto mejore veremos. Los hombres estuvieron tan idos en su interior Sevilla, y tan fomentada Santander, que no tuvieron tiempo de comprar zanahorias, para ponerle narizotas a los muñecos de nieve ¡vaya tropa!

"Año de nieves, y un gran traspié", será el refrán de nuestros malos gobernantes, con lo bien que iba la frase de siempre: "año de nieves, año de bienes". Rajoy ha ordenado a su tropa más visibilidad, y acción, para contrarrestar las encuestas, y la primera en la frente, tendrá que crear la "oficina del gobernante perdido". Una mayoría de ciudadanos, más Ciudadanos, nos mantienen una administración para tenerla en la UCI, en el año que se exige más gobernabilidad, más consenso y altura de miras, para afrontar la crisis catalana, su deriva política y económica, un cambio hacia la cohesión social, la estabilidad de nuestro sistema de pensiones, entendimiento en las futuras reformas constitucionales, más el mantenimiento y solidificación de nuestro crecimiento.

En la otra orilla, Pablo Manuel, desde Vista Alegre 2, se va desvaneciendo, demasiado tacticismo en el voto de censura a ninguna parte, y un papelazo en la crisis catalana, que de aspirantes a árbitros, han quedado para piezas de museo.

El PSOE, que siempre ha sido partido de estado y de gobierno, necesita presentar unas sólidas propuestas, tal como hizo antes de ayer Pedro Sánchez, arropadas por una sólida recuperación interna, que no contravenga la unidad de liderazgo del secretario general. Las primeras encuestas tras las elecciones catalanas, determinan al partido socialista a liderar una propuesta social de izquierda y centro izquierda, capaz de conseguir una mayoría.

El objetivo es gozar de suficiente autonomía programática, y de mensaje, que evite ir a remolque de cualquier acuerdo de estado. No conseguirlo, es situarse en un papel de colaboracionista con difícil explicación.

La moviola de los desastres políticos de 2017, debiera estar presente, en el espejito mágico de nuestros políticos, para evitar que en 2018 rebobinemos y se nos atragante la manzana de la discordia, y volvamos a ser primera plana en el mundo mundial. Mientras tanto brindo con cava catalán, para que se nos olvide Puigdemont.

 

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