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Dura realidad

La que muchas veces reflejo en tu pantalla de televisión, tablet o smartphone. Estos últimos días la muerte de Adela, una mujer buena, confiada, una mujer a la que la desgracia siempre le rondó y tocó y, cuando creía que la suerte por fin le sonreía, el que creía su enamorado fue su verdugo.

Una nueva víctima de la violencia machista, de género o como quieras llamarle. Un crimen horrendo de un hombre que se aprovechó de una mujer buena, como tantas otras que mueren a manos de monstruos sin escrúpulos ni moral.

Jamás entenderé un maltrato, ni a una mujer, ni a un menor, ni a un hombre, tampoco a un animal. Pero por desgracia los cuento, narro y expongo en televisión más amenudo de lo deseable.

Antes también ocurrían, ahora les damos foco y atención, pero siguen ocurriendo y ni las denuncias, ni el eco mediático, ni las leyes y sus penas evitan estos crueles asesinatos, abusos o maltrato.

Adela confío por una vez en su suerte, pero tras el teclado, tras el perfil de red social había un depredador violento y sin escrúpulos. Lo supo demasiado tarde, ella y su entorno. A su hijo, a su familia, a su pueblo, La Viñuela, siempre les quedará el recuerdo de una mujer buena, cariñosa y amable, una mujer a la que le quitaron la vida demasiado pronto.

 

[cabezon name="José Palacios" designation="Periodista " img="pepepalacios" /]

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